El documental de Nicolás Torchinsky es un viaje visual y sonoro que refleja la cotidianeidad de una pareja de ancianos de Tucumán. Las imágenes y los sonidos construyen una atmósfera hipnótica que tiene el objetivo de mostrar un modo de vida casi extinto.
Juan debe de tener más de ochenta años. Vive en Tucumán junto a su esposa Alba y la comunicación entre ellos es mínima. Dedicaron toda su vida a los caballos y, ocasionalmente, a la cría de cabras, ovejas y alguna que otra vaca. Mientras marcan a las cabras, él recita. Entre los gritos desesperantes de los animales improvisa poemas que se dispersan en el viento.
Egresado de la Universidad del Cine (FUC), Nicolás Torchinsky realiza un documental de observación casi en su totalidad. Solamente hay un par de intervenciones justificadas que sirven para retratar a este gaucho de otra época, un hombre que se encuentra cerca del final y lo sabe. Con primeros planos de los rostros y de las manos, el realizador evidencia las marcas del paso del tiempo. No hace falta hablar para entender por lo que han pasado los protagonistas.
La nostalgia del centauro tiene secuencias atrapantes que no escapan a los sentidos. La pelea entre dos cabras con el sonido estruendoso de los cuernos, el crepitar del fuego o la llegada de la tormenta configuran un plano sonoro que nos sitúa en el lugar. Porque más allá de esas imágenes que se adhieren a la retina, el realizador supo explotar los sonidos de la naturaleza
Cabe destacar que el documental de Nicolás Torchinsky remite a otra época pero eso no habilita a señalarlo como un relato que apela al sentimentalismo. La nostalgia del centauro no permite segundas lecturas y lo mostrado es suficiente para adentrarnos en un mundo que pertenece a otro tiempo.