La nostalgia del centauro es el título de la opera prima de Nicolás Torchinsky, un director argentino que nos presenta un documental que se estrena en nuestro país luego de su paso por diversos festivales. Sus protagonistas son Juan Antonio Soria y Alba Rosa Díaz, un matrimonio de ancianos que viven en los cerros tucumanos manteniendo las tradiciones gauchescas. Algo que se puede apreciar en la casa en la que viven, la vestimenta y las coplas que recita Juan Antonio en diferentes ocasiones.
Esta película tiene a su favor el muy buen trabajo de fotografía, a cargo de Baltazar Torcasso, quien supo encontrar imágenes de una notable belleza de un paisaje agreste en diferentes momentos del día. Así como también el muy interesante tratamiento de sonido a cargo de Sofía Straface y Sebastián González, que capturaron e hicieron un montaje muy atractivo en base a los sonidos de la naturaleza que transmiten la tranquilidad de ese ambiente alejado de la civilización. El único elemento extradiegético que forma parte de la banda sonora es la música minimalista dePablo Butelman, con algunos acordes de guitarra inspirados en nuestra música folclórica.
Pero el principal problema de esta película es que se centra en la descripción de la vida cotidiana de este matrimonio sin presentarlos hasta el último acto, donde los oímos hablar de sus historias de vida. Una opción discutible, porque que si hubiese ocurrido al principio habrían logrado generar mayor empatía e interés con el espectador, al que es muy posible que la sucesión de escenas descriptivas unidas aleatoriamente le terminen resultando monótonas, opacándose lo que tiene de significativo.
En conclusión, La nostalgia del centauroes una película experimental que no aprovecha en toda su dimensión la sensibilidad para obtener bellas imágenes. Porque puede empañar la atención en muchos espectadores al no hacer avanzar la trama, presentando a sus protagonistas y su estilo de vida tan particular desde el principio, como ocurre por ejemplo en otros documentales del estilo como Babooska.