La primera imagen de La novia del desierto es un plano cenital de una peregrinación de gente al costado de una ruta. Marchan hacia el santuario de la Difunta Correa, en San Juan, pero no por fervor religioso sino por otro motivo más terrenal: se rompió un micro con destino a la capital provincial y a los pasajeros no les queda otra que llegar a pie hasta allí para tomar otro colectivo que los lleve a destino. El aura de la popular beata será una presencia constante en la ópera prima en conjunto de Cecilia Atan y Valeria Pivato, también autoras del guión.