Esta película proveniente de Rusia sigue la tendencia hollywoodense del género de terror y está doblada al inglés para poder lograr un mayor alcance a nivel mundial. El film parte de una idea inquietante sobre una tradición de finales del siglo XIX, que consistía en maquillar los ojos de los muertos y luego fotografiarlos para mantener su alma en el cuerpo.
Con este planteo atrapante, La novia juega con los climas de misterio al principio de la historia, pero pierde puntos cuando su acción se traslada a la actualidad. Lejos de los carruajes que transitan senderos misteriosos y las velas, el novio Vanya -Vyacheslav Chepurchenko- lleva a su novia Nastya -Victoria Agalakova- a conocer a su familia en una vieja casona alejada de la civilización, pero ella comenzará a experimentar situaciones extrañas y será preparada para un extraño ritual antes de la boda.
El realizador apuesta a los climas góticos, enrarecidos, entre antiguas fotografías de personas muertas y féretros que esperan a nuevas víctimas, pero luego esa atmósfera se diluye y el misterio sólo aparece con cuentagotas, entre sobresaltos y una estética heredada de la tradición del cine norteamericano.
Entre un fotógrafo que retrata a su novia fallecida cuya cabeza se cae constantemente -lo mejor del film- hasta un moderno automóvil que llega al hogar habitado por la hermana de Vanya y sus pequeños sobrinos, se va construyendo un relato que amenaza con convertirse en una nueva saga con el afán de conquistar nuevos mercados.
A la película no la ayuda demasiado el hecho de estar doblada al inglés -molesta ver a personajes que no mueven la boca cuando fluyen las palabras-, con un extraño ritual que está por llevarse a cabo una vez más.
Con ciertos aires de Frankenstein, en lo que al concepto de dar vida a cuerpos sin vida se refiere, y del reciente título Huye!, en el que una muchacha llevaba a su prometido a conocer a sus padres, La novia retoma esos conceptos pero los aplica sin creatividad, restando suspenso a una historia que prometía más lo que finalmente entrega, entre una novia despechada y vengativa que deambulan por la vieja casona con rostro cadavérico y largos tules, pero que no llega al altar.