Comienza con un texto que resulta atractivo “está basada en hechos reales”, y una serie de imágenes antiguas, viejas, con fotografías post mortem, está el mundo de los vivos y de los muertos. Y durante siglos una novia que va aterrorizando a parejas. Una casa de campo aislada, una boda que se avecina entre Nastya (Victoria Agalakova) y Vanya (Vyacheslav Chepurchenko), un vestido misterioso al igual que los seres de ese lugar. Su trama en los primeros minutos resulta atractiva, ayudan las notas musicales, el maquillaje y las fotografías, se van creando ciertas atmósferas, una iluminación tenue, ruidos misteriosos, un buen movimiento de cámara lenta, pero con el correr de los minutos uno ya se imagina que va a suceder y resulta previsible, sin muchas sorpresas y pocos sustos. Ideal para las nuevas generaciones.