Desear sobresalir del resto porque conformarse no está en su ADN; Mostrarse ante los demás poderosa e invulnerable, aunque la procesión vaya por dentro; Pretender no ser una más en el directorio sino la número uno de la empresa, son las cualidades necesarias que debe tener una mujer para acceder a ese codiciado cargo y Emmanuelle (Emmanuelle Devos) está segura de cumplir con todos esos requisitos y va a por ello con sus mejores armas.
La protagonista tiene una vida ordenada. Está casada con un hombre que hace carrera dentro de una importante empresa. Además de dos hijos y un padre enfermo. Ella todo lo puede, se ocupa de estar en cada detalle. No puede ni sabe parar. Sólo duerme 4 horas por día, pero siempre luce atenta e impecable.
Tonie Marshall retrata prolijamente los intrincados vericuetos de una persona que se quiere abrir paso dentro de un grupo de ejecutivos, con todas las dificultades que eso conlleva, para acceder al máximo cargo que existe dentro de una compañía. Pero, si para un hombre, que son los históricamente más acostumbrados a encarar este tipo de lides, es difícil, lo es mucho, muchísimo más, cuando quien encara esta cruzada es una mujer por más que tenga un currículum brillante y sin manchas.
Emmanuelle es ingeniera de una multinacional que fabrica turbinas eólicas. Tiene grandes responsabilidades allí, pero son hombres quienes la dirigen, hasta que se contactan con ella unas mujeres encargadas de una red femenina y feminista que lucha por sus derechos. La organización cuenta con importantes contactos en las altas esferas empresariales, industriales y gubernamentales, cuya intención es posicionarla como CEO en la empresa que distribuye por red el agua de toda la ciudad, para así mostrar su más creciente poderío en ámbitos cada vez más encumbrados.
La directora conduce hábilmente y en forma equilibrada los momentos de tentación y ansiedad que transita la ingeniera. Y la contracara, los manejos turbios, las estrategias, alianzas, luchas de poderes, presiones, chantajes, espionaje, juego sucio y todo lo imaginable que sea necesario para quedarse con el codiciado puesto.
Cinematográficamente no se observa nada innovador. El relato es clásico, con unas secuencias narradas velozmente y otras que llevan a la calma para profundizar más las sensaciones y sentimientos de todos los participantes del elenco. Emmanuelle Devos transita todos los registros de su personaje con madurez y seriedad. Recorre la alegría, preocupación, nerviosismo, dulzura, pragmatismo, simpatía, con su habitual versatilidad. Además, habla y canta en chino con soltura.
A Emmanuelle la oferta le sacudió la modorra, la estimuló y le inyectó una energía extra para que, luego de unas dudas, se convierta en un desafío personal pese a todos los obstáculos, intentar sentarse en el sillón presidencial de una prestigiosa empresa y tener a los hombres bajo su mando.