Juego de tronos
La directora Tonie Marshall realiza con La número uno (Numéro Une, 2017), una película sobre el lugar que ocupa la mujer en el mundo empresarial. Si bien el film hace foco en París, como micro universo, puede hacerse una lectura macro de un espacio masculino donde sólo la protagonista aprende a moverse.
Emmanuelle Blachey (Emmanuelle Devos) está en la cima de su vida profesional. Se ha desempeñado como ingeniera hasta formar parte del directorio de una importante empresa - el gigante francés de la energía- después de mucho tiempo y sabe cómo moverse en ese mundo varonil. Sin embargo, le llega la propuesta de parte de un grupo de mujeres de ocupar el lugar central en otra empresa ubicada en el Top 40. Las disputas y manejos políticos se ponen de manifiesto en el film que afectarán a su vida profesional y privada.
La número uno hace gala del cuadro de situación empresarial en que se encuentra la mujer. Porque con esta simple historia en clave de comedia dramática (pero que bien podría ser un thriller político), separa el discurso feminista del poder real. Los vaivenes de los sectores progresistas en cuanto a los espacios conquistados, mientras el poder real sigue a resguardo del hombre. Emmanuelle Blachey lo sabe, porque aprendió a codearse con ese mundo en toda su carrera, por eso escucha las propuestas del grupo de mujeres sin saber del todo hasta dónde pondrá en juego su carrera y vida personal. Ella no es teórica, conoce el pragmatismo necesario para llegar y manejarse en las altas esferas, un conocimiento que aplicará en su camino hacia su objetivo.
Pocas películas se atreven a sincerarse con la realidad como La número uno, que muestra un recorrido de estrategias y negociados propios del poder. Con la película El precio de la codicia (Margin Call, 2011) como horizonte, este film francés se corre del romanticismo feminista para tratar de desentrañar la verdadera naturaleza machista en las áreas de poder.
Una película madura, inteligente y a la vez amena sobre el lugar ganado por esta mujer en el poder empresarial a costa de sacrificios y resignaciones. Para hacerlo está Emmanuelle Devos, quién se desplaza con soltura y oficio como esta mujer meticulosa que lidia con el poder sin perder de vista sus propios dilemas existenciales.