El poder y su mundo, o el mundo del poder. Alto nivel empresarial y político, carpetazos y traiciones constantes. Una ejecutiva podría acceder a la cumbre -por primera vez- de una empresa de las más importantes del país. Pero en la disputa por ese cargo hay también hombres, y muchos sedimentos machistas que aparecen de forma pertinaz. También hay una agrupación feminista que trabajará por la candidatura de la protagonista.
Con estos elementos, la directora Tonie Marshall plantea un thriller corporativo que apuesta más al gélido atractivo del ambiente -iluminado a tal fin- que a la claridad expositiva, más a la electricidad que atraviesa las grandes decisiones que a la empatía con quienes las toman, más a la fascinación por la frecuencia de las zancadillas que a su exposición narrativa. Esta frialdad conduce a cierta aridez en el relato, pero también anula toda denuncia facilista.
Este es un thriller trabajoso sobre lo trabajoso que es jugar a ese nivel para una mujer, sobre esos momentos de cabildeos cruciales no tan sencillos de poner en escena. Y es una película con Emmanuelle Devos, una actriz, otra vez, en modo de prestancia extraordinaria: no muchas otras intérpretes pueden aportar sin ostentar ni exagerar esa fotogenia y contundencia combinadas con tanta sutileza para poner en gestos una energía altísima, pero sin desbordes, para prometer tanta intensidad y resiliencia sin necesidad de bravuconería.