La Odisea de los Giles: La unión hace a la fuerza.
«El hijo de puta cuando se levanta y se mira al espejo no piensa que es un hijo de puta«. Con esta frase se deja entrever el tono de la nueva película de Sebastián Borensztein, adaptación cinematográfica del best seller “La noche de la usina” de Eduardo Sacheri.
“La odisea de los giles” vuelve a la Argentina de 2001 a partir de las vivencias de los habitantes del pueblo Alsina, en la provincia de Buenos Aires. Se enmarca en lo que puede ser el género heist (película de robos en la que, por un giro que da, los delincuentes son tomados como héroes, con personajes bien estereotipados y contrastes evidentes), mezclando acción, drama, comedia, policial y aventuras.
La novela y la película cuentan la historia de Fermín Perlasi (Ricardo Darín) y su esposa Silvia (Verónica Llinás) que, a mediados de 2001, deciden comprar la vieja acopiadora del pueblo “La Metódica” y darle trabajo a su gente. Para ello, se asocian con amigos y vecinos, todos muy distintos entre sí pero con el mismo sueño, el de sacar adelante al pueblo y su gente.
En una caja de zapatos, comienzan a guardar todo el dinero que van recaudando. Hasta que en diciembre de ese mismo año, a Fermín lo convencen de poner los ahorros colectivos en el banco, con lo cual, a partir de los hechos acontecidos en la Argentina de ese momento, se reducen a la nada misma, siendo estafado y perdiendo todo. Sumado a la culpa que siente, sucede otro hecho trágico en la vida de Fermín que termina hundiéndose en una profunda depresión.
Los demás giles (Luis Brandoni, Rita Cortese, Daniel Aráoz, Chino Darín, Carlos Belloso y Marco Antonio Caponi) consiguen cierta información sobre ese dinero “perdido” y comienzan a planificar una venganza contra los poderosos y deshonestos que se llevaron lo suyo, entre ellos un inescrupuloso abogado (Andrés Parra). Así, el trabajo en equipo se convierte en la forma de vivir y pensar el mundo para esta gente que, mediante una avanzada estrategia junto a Fermín, deciden comenzar la odisea de la que trata la película.
La historia es simple pero está tan bien narrada y, sobre todo, representada por este reparto de lujo; donde todos los personajes se destacan en la trama por igual. Así, Borensztein se ratifica como un gran director al manejar a la perfección en elenco coral, con un gran hilo conductor acerca del drama, dosificando la información y haciendo que cada personaje tenga su arco de transformación. Los personajes brillan en solitario o en duplas, lo que demuestra aún más el trabajo en equipo que la historia quiere mostrar todo el tiempo.
Por su lado, la utilización de la música es esencial, haciendo que el espectador, desde su butaca, mueva los pies al ritmo de clásicos del rock nacional, que le dan aún más fluidez a la narración.
“La Odisea de los Giles” tiene esa cuota de humildad que el argentino tanto necesita ver y creer. Con humor y drama en partes iguales, muestra que los giles somos todos, menos aquellos poderosos y con más información. El gil es aquel que día a día se levanta para ir a trabajar sin querer sacar ventaja alguna a pesar de las injusticias. La frase “La unión hace a la fuerza” es una clara demostración del tono de la historia, que nunca pierde fuerza, ni por un minuto, gracias a la perfección del guion y actuaciones superlativas.
Es una película que cumple con sus premisas y hasta las supera. Emociona, enoja, hace reír, reflexionar sobre valores importantes como la familia, la amistad y el compromiso social. Si, es un poco naif la historia, con los personajes estereotipados de buenos y malos, pero como se mencionó antes, la simpleza e inocencia es lo que la hace maravillosa.
En conclusión, lo nuevo de Sebastián Borensztein arrasa con todo y hay que ir a verla al cine, aprovechar las ocasiones en las que el cine argentino es una joya al estilo hollywoodense, claro con una super producción detrás, con todo a favor. Todos aquellos quienes hayan vivido esa época nefasta se van a sentir identificados con alguno o todos los entrañables personajes que sólo aspiran a recuperar lo que fue ganado con esfuerzo y que les serviría para cumplir un sueño. Realmente imperdible.