La odisea de los giles

Crítica de Jessica Blady - Filo.news

La Odisea de los Giles podría ser otro éxito del cine argentino

Sebastián Borensztein y Eduardo Sacheri hacen yunta para traernos esta comedia dramática que mezcla crisis económicas, revanchas y mucha idiosincrasia argenta.

No sabemos (todavía) qué tan beneficiosa o perjudicial puede ser la actualidad sociopolítica y económica de nuestro país para “La Odisea de los Giles” (2019), pero nadie le puede reclamar a Sebastián Borensztein su timing cinematográfico, tan azaroso como vigente. La quinta película del realizador -y su tercera colaboración con Ricardo Darín después de “Kóblic” (2013) y “Un Cuento Chino” (2011)- parte de la novela “La Noche de la Usina” (2016) de Eduardo Sacheri, coguionista junto a Borensztein, tarea que ya había realizado con “El Secreto de sus Ojos” (2009), también basada en una de sus obras.

La idiosincrasia argentina vuelve a estar en el centro de la historia, a la par de estos “giles” que, como tantos otros, cayeron en las “trampas” de la realidad cuando el corralito hizo de las suyas allá por finales de 2001. La historia de Fermín Perlassi (Darín) y sus vecinos de Alsina comienza un tiempito antes de la debacle, cuando varios de ellos unen fuerzas (y todos sus ahorros) para rescatar un silo abandonado y formar una cooperativa agrícola que puede reflotar su propia economía y dar trabajo a muchos de los habitantes de este pueblito, como tantos otros de la provincia de Buenos Aires.

En primera instancia, la idea parece una utopía pero, de apoco, este ex jugador de fútbol con pocas glorias va consiguiendo adeptos para la causa, incluyendo a Luis Brandoni (un mecánico bastante anarquista); los Gómez (Alejandro Gigena y Guillermo Jacubowicz), dos hermanos albañiles; Rita Cortese y Marco Antonio Caponi, empresaria de transporte y su hijo mal llevado; Daniel Aráoz, Carlos Belloso y Verónica Llinás, la compinche y soñadora esposa de Fermín. La plata recaudada apenas alcanza para un enganche, pero las esperanzas mantienen a flote este emprendimiento.

Para lograr que el banco les apruebe el crédito que necesitan para cerrar este trato, Perlassi acepta los consejos del banquero local que lo alienta a colocar todos sus dólares en una cuenta corriente. Nosotros ya sabemos que el que depositó verdes no recibió lo mismo, y al día siguiente la cooperativa en formación descubre que sus (ahora) pesos, ya no valen absolutamente nada. A pesar de la mala sangre y un país en plena crisis política, los socios deciden no llorar sobre la leche derramada… hasta que descubren que el simpático empleado bancario y un abogado de Alsina (Andrés Parra) aprovecharon los rumores de “lo que se venía” para estafar a sus vecinos y encanutarse esos dólares antes de la formación del corralito.

Los impulsores de este sueño acorralado
Así, “La Odisea de los Giles” borra de un plumazo todas las sonrisas de sus protagonistas y nos sumerge en el drama más contundente, sumando una serie de eventos desafortunados que van a cambiar el juego de esta historia. Al principio, Fermín no está muy motivado, pero la revancha y el “reclamar lo que les pertenece” van a impulsar uno de los planes más descabellados y complicados que haya visto Alsina y sus alrededores. La misión es rescatar sus ahorros y los de muchos otros, pero más que nada, pegarle a los estafadores donde más les duele: el bolsillo.

A partir de acá, Borensztein y Sacheri se meten de lleno en el mundo de las ‘heist movies’ (películas de atraco) como “La Gran Estafa” (Ocean's Eleven, 2001), siguiendo detalladamente los pormenores de esta venganza, sus ensayos y errores. Claro que no hay nada de glamoroso en el grupo de Perlassi y sus compañeros (para eso tienen a Brad Pitt y George Clooney), pero sí un conjunto de personajes queribles y empáticos con los que nos podemos relacionar, y apoyar, más allá del crimen que van a cometer.

Ni Clooney ni Pitt se atrevieron a tanto
Las características de cada uno de estos protagonistas -algunos más caricaturescos que otros, pero todos muy bien delineados-, el ritmo de la narración, el humor y la ironía bien llevados (un poquito nos recuerda a lo mejor de los hermanos Coen), y la mezcla de ‘fantasía revanchista’ con una realidad que nos afectó y nos afecta a todos, hace de “La Odisea de los Giles” una gran propuesta con diferentes aristas, que no necesita caer en cuestiones políticas para demostrar su punto. Los realizadores eligen un villano concreto, demasiado desagradable como para que nos importe su disyuntiva. Tal vez, el único personaje categórico y sin matices, pero acá lo importante es nuestro conjunto de “giles”.

En apenas dos horas que se pasan volando, Borensztein logra delinear un retrato bastante acertado de nuestra sociedad, tan lejano en el tiempo como actual, además de sumar entretenimiento y aventura pasatista. Por primera vez, el Chino Darín comparte pantalla con su papá (justamente haciendo de Rodrigo, hijo de Fermín), redondeando un gran elenco que, en definitiva, es el alma de esta historia destinada (sí, nos la jugamos) a convertirse en el éxito cinematográfico nacional de 2019. Avengers, ¿quién los conoce?