En el pueblo de O’Connor nunca pasaba demasiado, era un lugar signado por la calma y la tranquilidad, por las caras conocidas, por la predictibilidad de todo. Eso era, por lo menos, hasta cierta noche de tormenta en 2002. La Odisea de los Giles es la brillante adaptación que Sebastián Borensztein hizo de la novela de Eduardo Sacheri, una comedia con tintes de drama y cargada de nuestro ADN, una de las mejores películas en lo que va del año.