No resulta para nada difícil entablar empatía con los nueve personajes de La odisea de los giles. O sea, con los giles, los que serían “fáciles de engañar”. Porque hay malos también.
Se haya o no sufrido el corralito de 2001, lo que la novela de Eduardo Sacheri La noche de la Usina plantea es una historia de injusticias. Un abogado y un empleado bancario aprovecharon tener información “de primera mano” y se quedaron con los cientos de miles de dólares de vecinos de un pueblo bonaerense, que querían arrancar un emprendimiento agrícola en cooperativa.
Esos habitantes de Alsina son, en verdad, un muestreo variado de caracteres y clases sociales. Son todos trabajadores, y han quedado en la ruina, por lo que recuperar lo que les pertenece es lo que motiva al ex jugador de fútbol Fermín Perlassi (Ricardo Darín), al anarquista que compone Luis Brandoni y al resto para armar un plan intrincado, complicado y falible, y rescatar los dólares, allí dónde estén.
Sacheri, coautor del guión junto al director Sebastián Borensztein (Un cuento chino) sabe narrar como pocos estas historias que tienen menos de costumbrismo que de cotidianeidad. Que no es lo mismo. La pintura de los personajes es vital, y si bien se trata de un filme de estilo coral, no son simples pincelazos con los que se dibujan las particularidades de cada uno.
Quizá no se veía en el cine argentino un elenco tan bueno y parejo desde Relatos salvajes -la productora K&S está también detrás de La odisea…, y el poster del filme remeda a aquel de Damián Szifron-. Y podría pasar, tranquilamente y sin ver los créditos, como una película dirigida por Campanella.
Reviendo la filmografía de Darín, Borensztein le ha dado tres personajes completamente disímiles, que le permiten al actor de Nueve reinas enrostrarle a quienes dicen que siempre hace de lo mismo que es un intérprete de múltiples facetas y estilos. La manera de hablar y de moverse de Fermín es cumplidamente diferente a todo lo que le vimos a Darín.
Pero no hay que quedarse en él, porque cada uno de los intérpretes está estupendo, por más que algunos personajes estén más y mejor delineados que otro- el colombiano Andrés Parra (Pablo Escobar, El patrón del mal) es el abogado, y el único macchiettado-. Verónica Llinás, como la abnegada y compinche mujer de Perlassi, Rita Cortese -en el original, era un hombre el empresario de transporte-, el peronista que compone Daniel Aráoz, el propio Chino Darín como el hijo de Fermín, Carlos Belloso, Marco Antonio Caponi (el hijo del personaje de Cortese) y Alejandro Gigena y Guillermo Jacubowicz como los Gómez, dos hermanos con pocas luces, todos lucen en esta película sobre hacer justicia por mano propia.
Con algo de la literatura de Osvaldo Soriano (el filme recuerda por momentos a No habrá más penas ni olvido) y de ¿Dónde estás, hermano?, de los Coen, La odisea de los giles tiene todo para ser el éxito del año del cine argentino.