Está claro que hay algo que preocupa y perturba a Paula, la protagonista de esta atrapante película filmada íntegramente en Ushuaia. Pero La omisión, fiel a su explícito título, se abstiene de revelarlo durante un buen tramo de la historia. El recurso, sostenido con rigor y convicción, potencia el deseo de descubrir aquello que permanece oculto. ¿Alguna experiencia traumática del pasado? ¿Un dolor del presente difícil de expresar? ¿La presunción de un futuro cargado de riesgos? En su ópera prima, estrenada en el último Festival de Berlín, Sebastián Schjaer dosifica con inteligencia la información sobre el malestar de ese personaje seco y enigmático, pero aun así logra darle peso y carnadura para despertar un interés genuino por su situación. Paula deambula en un entorno gélido y hostil, prueba con distintos trabajos provisorios y junta dinero como puede. Tiene una hija que deja al cuidado de una amiga, una pareja inestable (el padre de la niña, que también intenta juntar unos pesos trabajando en una ciudad ubicada a más de 200 kilómetros, Río Grande) y se cruza ocasionalmente con un fotógrafo cándido e insistente que la corteja e incluso la seduce.
El notable trabajo de puesta en escena (con abundancia de planos cortos que acentúan el clima opresivo del film) encaja a la perfección con el tenor del relato. Y Sofía Brito resuelve con aplomo el desafío de delinear una aguda crisis existencial sin subrayados ni titubeos.