Paula es una porteña bastante hosca que está en la nevada Ushuaia, trabajando en todo lo que pueda para ahorrar dinero. Con la misma campera, una mochila en la espalda, camina urgida entre la nieve, necesitada. Algo más se irá sabiendo sobre ella a medida que avanza el relato, primer y muy sólido largo de Sebastián Schjaer, que maneja la información con la astucia de un narrador consumado, así como toma de costado, cerca pero con prudencia, con cierto misterio, a su protagonista.
Hay asuntos centrales sobre la vida de esta mujer que se conocen bien avanzada la historia, mientras el espectador la descubre y resignifican lo visto. En un lugar que no es suyo, las relaciones laborales se esbozan como amistades, y las rutinas, como guía de un tour para esquiadores y turistas, abren la puerta al deseo. Nada es complaciente en La Omisión, como se intuye frente a las acciones y decisiones de esta chica, a veces desconcertantes y recortadas de los lazos afectivos que la rodean.
El de La Omisión es un cine muy emparentado con el de los Dardenne (Rosetta, El niño), primera referencia que viene a la cabeza, con personajes comunes seguidos en un registro que parece documental por entornos duros. Acá es la precariedad, el frío, la humedad constante el paisaje que acompaña a un personaje acaso desafiante, como la que elige estar sola, aferrarse a sus espacios de libertad o probar el camino que dictan sus ganas en lugar del deber ser, aunque duela.