Dirigida por Brad Anderson, que en un par de films anteriores había logrado buenos exponentes de cine de suspenso con toques fantásticos; aquí no repite esos méritos a través de una película fallida. Uno de sus problema quizás sea que no se decide por un género específico para narrar su odisea. La oscuridad es un thriller con toques apocalípticos que precisamente no opta nunca por ser simplemente eso, un film –subgénero en boga- acerca del fin de la humanidad, uno alegórico con referencias teológicas o filosóficas o uno claramente orientado hacia el más puro terror. La combinación de géneros a veces es apropiada, pero en este film, en el original Vanishing on 7th street (Desapareciendo en la 7ma. calle) no consigue amalgamar una trama coherente que, básicamente, gire alrededor del mítico miedo a la oscuridad. Un extraño apagón en la ciudad de Detroit viene acompañado de funestos sucesos que se harán visibles al amanecer, al encontrar unos pocos sobrevivientes ropas de gente que se ha esfumado, coches abandonados y silencio espectral. La película llegaa lograr algunos pasajes angustiantes, en los que asoma inquietud acerca de la suerte de los personaje, pero en realidad es una sensación forzada, porque el film logra una escasa empatía con el espectador y en su tramo final se vuelve algo reiterativa y rebuscada.