Existencialismo vacío y con las luces casi apagadas
A todos los que vamos mucho al cine nos gusta Brad Anderson, director de prestigio en la industria americana. Principalmente por "The machinist" y un poco menos por "Session 9", dos films que mostraban a un tipo preocupado por retratar mundos donde lo sensorial y lo físico se encontraban en contradicción. Sabemos que le gusta el relato metafísico y los dilemas existenciales y a pesar de no haber dado con la nota exacta en "Transsiberian" (del 2008), tenía el crédito abierto (merced a sus antecedentes) para intentar profundizar en el cine que le gusta. Acostumbrado a trabajar con actores de peso (DJ Caruso, Woody Harrelson, Ben Kingsley, Christian Bale, Philip Seymour-Hoffman entre otros), ya nos extrañó de movida que le haya dado el protagónico a Hayden Christensen, un intérprete que sigue buscando encontrar su lugar en el mercado. Más allá de eso, nos dispusimos a ver que proponía Anderson incursionando en el suspenso de alto impacto.
"Vanishing on the 7th street" no alcanza a ser una buena película, desgraciadamente. Lo que arranca bien (hay que reconocer el valor de los primeros 15 atrapantes minutos), el establecimiento del encuadre situacional, está logrado y predispone al espectador a vivir una experiencia aterradora...pero cuando la historia empieza a desarrollarse, comienza a desinflarse sin remedio: hay mucho detalle puesto en la atmósfera en la que los protagonistas están inmersos, más que en la profundidad del conflicto que los atraviesa.
Anderson parte de una premisa interesante, una película de desapariciones y apocalipsis, de sobrevivientes y de esperanza aunque su intención real parece alentar un tratamiento existencial que excede las posibilidades del guión con el que trabaja. Sabemos que está movido por una idea original (la caracterización de un final para la humanidad en el cual la luz abandone este plano, donde el vacío y la oscuridad nos absorba a todos y a cada uno de nosotros de manera que nos fundamos con la fría y eterna noche del universo), el problema es que el trasfondo filosófico que se propone, no alcanza como sostén para una trama despareja y aburrida.
Debutando como guionista en esta oportunidad aparece el novato Anthony Jaswinski, quien se ve que no logró acordar junto a Anderson un camino claro en el que los personajes mostraran sus miedos más arcaicos y se articularan de manera significativa para enfrentar la suerte que el destino les ofreció. Sus líneas son repetitivas, impregnadas de estereotipos religiosos y plagadas de lugares comunes. No importa cuanto esfuerzo se ponga, con ese libro lograr buenos resultados era altamente improbable.
A ver, "Vanishing..." logra ese clima opresivo y ténebre que deben tener los films de este tipo. Lo tiene, conseguido por sus virtudes técnicas en el tratamiento de la imagen. La cuestión aquí es que no logra interesar al espectador por la suerte de los personajes (algo grave), ya que desde la butaca, nos sentimos todo el tiempo en alerta para encontrar pistas que nos permitan explicar el hecho en cuestión y nada nos distrae de ese objetivo. ¿Será esto porque sentimos que entender que pasa es muy importante y dejamos de lado la empatía por los sufridos sobrevivientes para prestar atención a esa cuestión? Supongo que algo de esto opera. Anderson y Jaswinski no creen que es importante el porqué están allí y nosotros, pensamos exactamente lo contrario. No podemos seguir en ese vacío de información porque sin ese contexto, no hay texto que se vuelva significativo.
La historia nos trae a cuatro personas que viven en Detroit. Cierta noche, un apagón se expande sobre la ciudad, dejándola a oscuras. Esta oscuridad devora (o desintegra, o funde... o....) a la población. Hombres y mujeres desaparecen en instántes. De los cuerpos, ni rastros. No hay restos materiales que permitan saber que sucedió. Extrañamente, hay personas que siguen con vida. Conoceremos entonces a Luke (Christensen), hombre de los medios de comunicación que se encuentra en la producción de un noticiero de tevé cuando sucede el hecho. Linterna en mano, buscará adentrarse en las calles de su ciudad hasta dar con gente que haya sobrevivido al extraño hecho. Llegará a un bar abandonado y allí se encontrará con un niño (James, jugado por Jacob Latimore) y una fisioterapeuta (Rosemary, aquí la dúctil Thandie Newton) que han logrado atrincherarse en el lugar. Hay luz gracias a un equipo electrógeno y eso permite que el lugar sea seguro. A ellos se les acoplará un proyector de cine (el sujeto que cambia los rollos en las salas) herido, Paul (John Leguizamo) quien llega a contar parte de su experiencia en la oscuridad. Entre ellos se instalará la esperanza de supervivencia y la inquietud de decifrar las razones de lo que están viviendo.
El problema es que son cuatro personajes para sostener casi una hora de metraje en el medio de una creciente oscuridad, poca acción y diálogos planos sin relieve emotivo. Pocos elementos e ideas para tanto tiempo... Cierro los ojos y recuerdo "Buried" de Rodrigo Cortés con Ryan Reynolds (del año pasado) y me digo: se podía hacer algo mejor. Un buen guión puede casi todo.
Para cerrar, hay que decir que el film es un intento fallido por intentar conectar un ideario existencialista con una película de terror convencional. No termina siendo ni una ni la otra cosa. Encima en el climax derrapa mal y... no hay sonrisas al final al llegar los títulos de cierre. Hay decepción.
Un paso en falso de un gran cineasta. No importa. Esperemos que la próxima sea mejor. Madera, el hombre tiene.