La otra magia (2018), de Leandro Bartoletti, se sumerge en las artes ocultas y las personas que mantienen viva la Abadía Aurea, una antigua casa de Boedo dedicada al estudio y la práctica del ocultismo.
“Magia es la Ciencia y el Arte de causar un cambio en conformidad con la Voluntad” Con esta frase de Aleister Crowley, reconocido escritor, poeta y ocultista inglés cuya fama lo llevó a protagonizar la mítica tapa de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, comienza el documental cuya gran protagonista es la Abadía Áurea, lugar de encuentro para los practicantes de rituales que tienen como objetivo la búsqueda espiritual.
Así, la película sigue principalmente a Auric De Grey, dueño de la casa, a su amigo Erebus, sus nombres ritualísticos, y también a Luminara, Khandroma y otros miembros del colectivo. Pero lejos de concentrarse solo en “el Camelot barrial”, como De Grey llama a su hogar, el realizador devela algo que permanecía oculto para la mayoría de las personas.
Aquello que sucede cuando las luces se apagan quedará al descubierto. Tal vez el misterio se revela demasiado pronto, a los pocos minutos de comenzada la película. Si bien cada rito cuenta con su lógica, luego de un primer acercamiento a la magia se muestran secuencias rituales y el suspenso que se creó con astucia en los primeros minutos se disipa con rapidez.
Queda la sensación de que La otra magia podría haberse disfrutado un poco más si lo desconocido se hubiera mantenido así hasta el desenlace, que consiste en un rito completo especialmente elaborado para el documental donde la cámara oficiará de iniciado. No obstante, la película de Leandro Bartoletti quedará como un valioso registro sobre un tema que no se había explorado en nuestro cine.