Escrita y dirigida por Inés De Oliveira Cézar, "La otra piel" narra el viaje literal y metafórico que una mujer necesitaba hacer pero no realiza hasta que algo inesperado la fuerza a hacerlo. Abril es una tatuadora en pareja con un dramaturgo que pasa casi todo su día enfrascado en los ensayos de su nueva obra. La pareja está en crisis, apenas se ven y por lo tanto apenas se hablan.
Esto lleva a Abril a dejarse llevar por un impulso fuera de ella pero un hecho imprevisto, algo para lo que no estaba preparada, hace que reaccione escapándose. Con todos sus ahorros y algunas pocas pertenencias, viaja a Brasil.
Sin previo aviso, dejando a su pareja y a su madre sin poder entender qué está sucediendo. El film sigue en paralelo el viaje de Abril y su relación con este nuevo lugar y lo que deja en su casa.
En off, Spregelburd (quien interpreta a la pareja) narra fragmentos de su obra "La terquedad" (la obra que en la película ensayan además), que se van intercalando en medio del relato en escenas evocadoras, a veces subrayando algunas imágenes y otras a simple vista desconectadas. Pedazos de una historia o reflexiones que acentúan el estado de crisis personal que sufre su protagonista.
Estas incorporaciones funcionan por momentos, descolocan durante otros y la verdad es que en otros tantos parecen estar demás.
Las aventuras de Abril en Brasil se limitan a la playa y dibujar o leer libros en un bar del puerto. Y sin embargo allí tampoco saldrán las cosas como podría haber creído; no podemos decir que no salen como había planeado porque acá nunca hay un plan, probablemente ella ni sepa qué va a hacer después de que el dinero se acabe.
En el medio deambula, entabla algunas conversaciones con locales, y se toma su tiempo, tiempo que la película se toma también para crear estos climas de constante inquietudes personales que sufre su protagonista.
El guion no se apoya en un conflicto específico, sino que abarca uno tan grande (el personal, el de intentar saber quiénes somos, a dónde vamos, a dónde queremos ir) que muchas veces se suceden escenas más bien evocadoras, con poca acción.
La relación con la piel y lo que esto representa es uno de las aristas que elige explorar De Oliveira Cézar. Abril es tatuadora pero para ser tatuadora sólo lleva un tatuaje, quizás porque ella se entrega a este arte de un modo más espiritual, alegando que lo que hace es una forma más primitiva de escritura. Después está el tema de lo que significa tatuarse, decorarse, ¿disfrazarse tal vez?, como la herida que le sugiere cubrir a una de sus clientas.
Escribirse. María Figueras es quien interpreta a Abril y lo hace de una manera natural y a veces visceral cuando lo precisa la historia. Ella es la película. El resto no desentona pero es ella quien resulta hipnótica.
Entre el misterio y la sensualidad, De Oliveira Cézar consigue crear buenos climas que se apoyan en una bella fotografía que sabe aprovechar tanto los interiores como los exteriores.
“La otra piel” es la historia de una búsqueda personal y la directora y guionista lo hace sin intentar dar muchas explicaciones sino apelando a la evocación, a transmitir esa sensación de agobio y encierro primero y de libertad o aparente libertad que brinda estar en otro lugar, tener otro nombre.
Con algunos fragmentos con aire a documental, resulta algo así como un estudio sobre el complejo universo femenino; es una película de muchas capas y lo más interesante no está sólo en su, de todos modos bella, superficie.