Hermoso envoltorio, pero...
Film noir con un investigador privado (Alberto Ajaka) y una enigmática y atractiva femme-fatale (Celeste Cid); ciencia ficción con estética retro-futurista y ambientación post-apocalíptica; elementos ligados al género de terror/fantástico con mutantes y experimentos genéticos; referencias al cómic y una bella banda sonora (con versión en vivo de Alma de diamante incluida), buenas locaciones como el universo de un hipódromo; estilización visual con muchas escenas nocturnas y el cine de Wong Kar-way y Blade Runner como algunos de sus referentes...
Esas son las principales búsquedas y caminos por los que transita este debut en el largometraje de ficción de Maidana (La asamblea), un film que se luce en la forma (contó con la ayuda de un verdadero dream-team de productores, técnicos y artistas), pero hace agua en el contenido. Hay un encargo por parte de una mujer (Cid, siempre magnética pero esta vez bastante desaprovechada), un protagonista torturado, una persecución, un perseguido (Guillermo Pfening), un submundo (una misteriosa secta, el ambiente del turf) y algunos climas logrados y subyugantes.
Sin embargo, más allá de sus indudables méritos formales, la película nunca consigue la tensión, el suspenso, la intensidad, la profundidad dramática, la cohesión y el poder de seducción que una historia de estas características exige para que el espectador se comprometa emocionalmente y se identifique con la suerte de sus personajes. Así, La parte ausente queda apenas como un muy bello envoltorio con un contenido bastante decepcionante. Un film para admirar, pero no para disfrutar.