La parte de los ángeles

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

UNA MIRADA RISUEÑA

Robbie es un joven padre de familia de Glasgow que no logra escapar de su pasado delictivo. Para evitar ir a la cárcel, se ve obligado a realizar trabajos comunitarios en un establecimiento donde conoce a Rhino, a Albert y a la joven Mo. Henry, el educador que les han asignado, se convierte en su nuevo mentor y los inicia en el arte del whisky. El veterano Ken Loach, siempre dispuesto a reflejar con franqueza la vida en la clase baja británica, deja a un lado sus aspectos más dolientes (aunque hay una escena emocionalmente demoledora entre Robbie y su víctima) para darle sonrisas a esta amable tragedia que trae un mensaje esperanzador: siempre se puede dar un volantazo y volver al buen camino. La violencia está como telón, también esa sensación de que no hay muchas escapatorias para estos excluidos. Pero el whisky será la alegoría que les abrirá otras puertas: les mostrará que hay estafadores en todos lugares y hasta las dará la oportunidad de darse algunos gustos. La parte de los ángeles es el alcohol que con los años se va evaporando de los toneles de whisky. Y el embrujo de ese vapor les deparará la chance de hacerse de unos pesos y de arañar la ilusión de un cambio de vida.