Drama y diversión con el sello del maestro Loach
El veterano Ken Loach hace dramas sociales muy fuertes, como "Vida en familia", dramas históricos (no tan logrados pero bien claros) como "Pan y Rosas", y también comedias de costumbres, medio dramáticas, ambientadas en la clase baja británica.
Cuando hace una de éstas, cada vez pierde menos tiempo en acusar a la burocracia o el gobierno. No puede. Está muy ocupado viendo cómo se las arreglan sus personajes, sean buena gente o inadaptados sociales. En el primer caso, se trata de laburantes que logran sacarse una molestia de encima, por ejemplo la familia enfrentada al prestamista en "Como caídos del cielo", o los vecinos hartos del mafioso que maneja a los chicos en "Looking for Eric". En el otro caso, el de los inadaptados, bueno, la molestia que deben sacarse ya está enquistada dentro de ellos. Por ejemplo, la tremenda agresividad del flaquito Robbie, llevado a la Justicia por haber destrozado a un pobre tipo una noche de copas. No es mal pibe, pero la mente le funciona torcida. Encima es desocupado y mal entretenido. Por suerte la Justicia le da una mano y lo deja a las órdenes de un tipo paternal y canchero. La novia le da un hijo y le hace aflorar sentimientos de ternura y responsabilidad. Y la nariz le ha dado un olfato con el cual podría conseguir un trabajo inesperado. Sólo debería cuidarse, entre otras cosas, de obedecer los controles, soportar o esquivar a cuantos lo buscan para romperle los dientes, y ser más derecho, o más vivo, que sus compañeros de castigo.
La historia transcurre en Glasgow, Edimburgo, la costa de Argyll y las Tierras Altas, donde funciona (lugar clave) una destilería. La parte de los ángeles es el alcohol que con los años se va evaporando de los toneles de whisky. También, la que les toca a los angelitos como este del cuento y sus amigos. Hay drama y diversión entremezclados, todo con particular frescura y franqueza. Y hay picardía, para que uno pueda ayudarse a salir de la mala. Los actores son creíbles, los personajes son simpáticos, la historia es buena. Y Ken Loach, un maestro.