Lo que la cigüeña trajo en cautiverio, el Cóndor se lo llevó
A 32 años del regreso de la democracia en la Argentina, todavía hay heridas abiertas. La desaparición de personas es una de ellas, que 117 nietos recuperados después, sigue generando un revuelo cada vez que se devela algo nuevo. Sobre todo en los casos de niños nacidos en centros clandestinos de detención.
La parte por el todo es un documental de Gato Martinez Cantó, Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, centrado en las maternidades clandestinas de la dictadura militar. Como ellos dicen, "este film se propone dar luz sobre los lugares donde se dio a luz". Tomando tres casos testigo como ejemplos y materiales de archivo muy bien seleccionados, suman el arte gráfico y la animación de Maxi Bearzi para darle más fuerza a las imágenes y contar lo que a veces queda sin decirse en los diálogos, de una forma muy innovadora.
Las logradas animaciones completan el mensaje del documental y los diferentes testimonios. Un ave similar a un cóndor o un buitre, en representación del colectivo de militares relacionados al robo de bebés, es uno de los hilos conductores de la película, que con sus garras va tomando a los nacidos, dibujados de cada una de las historias y separándolos de sus madres.
Con una mezcla de ritmos, a veces lenta y otras más acelerada, presentan los escenarios de Campo de Mayo, Pozo de Banfield y otros centros de detención preparados para los nacimientos de los hijos de aquellos que aún no habían desaparecido.
La música original de Teresa Parodi, que acompaña las imágenes, logra transmitir la sensación de estar en las ruinas de estas casas de tortura que supieron albergar a tantos y hoy buscan quedar en el olvido. Las imágenes actuales de estos lugares y la decadencia que los inunda reflejan cómo se ha avanzado, desde que hay democracia, sobre los secretos y poderes ocultos del Proceso de Reorganización Nacional.
Los diferentes cruces entre las historias de los entrevistados le dan veracidad a lo relatado y completan detalles entre todos para lograr entender la magnitud de la organización presente en centros de tortura como la ex ESMA, para lograr la apropiación de bebés y una red de adopciones lista para recibirlos.
A pesar de todas sus virtudes y el gran trabajo de los realizadores, por momentos resultan tediosas y largas las secuencias de imágenes actuales de las maternidades clandestinas, sin estar acompañadas de un diálogo o una explicación.
Con archivos del juicio por el plan sistemático de apropiación de menores y la voz de la jueza María del Carmen Roqueta, el montaje superpone las contradicciones de los acusados y las pruebas presentadas por los propios protagonistas, de tal forma que logra generar en el espectador una empatía con aquellos presentes durante esas exposiciones, la bronca al conocer la realidad y la impotencia al ver a aquellos asesinos lavarse las manos manchadas de sangre.