Las piñas las recibe el cine
Los filmes familiares de TELEFE siempre han sido un desprendimiento del riñón televisivo de una empresa que seguramente entiende mucho de negocios pero bastante poco de cine. La llegada de La Pelea de mi Vida a la cartelera no hace más que agregar otro eslabón a una cadena interminable que tuvo por un largo período a Guillermo Francella como un imán irresistible para atraer en masa a un target sensiblemente más conformista que aquel que concurre a una sala comercial con regularidad. Con Francella abocado a proyectos más consistentes (un afortunado efecto colateral del Oscar que ganó El Secreto de sus Ojos) y con uno de sus realizadores más aciagos -el inimputable Rodolfo Ledo- llamado a silencio desde hace unos años, el canal asociado con la nunca confiable Argentina Sono Film apostó a varias figuras reconocidas de la pantalla chica (Mariano Martínez, Lali Espósito, Agustina Lecouna, etc.), a un director consagrado con productos de Pol-Ka (Jorge Nisco) y a una temática masticadita que como suele ocurrir en nuestro país tiene como modelo a una o más películas estadounidenses. En este caso podría tratarse de una mezcla entre El Campeón (The Champion, 1979), Gigantes de Acero (Real Steel, 2011) y Halcón (Over the Top, 1986), aquella historia con Sylvester Stallone luchando a brazo partido (chistonto: recordemos que la peli es sobre un campeonato de pulseadas) para ganarse el amor, el respeto y, ya que estamos, la tenencia de su hijo.
La Pelea de mi Vida carece de sorpresas o novedades con la sola excepción de su formato 3D. ¿Además de encarecer el valor de la entrada cumple con alguna función dramática? No en verdad. Nisco lo utiliza básicamente para arrojar objetos sobre el lente de la cámara con una torpeza irritante. La persecución a Mariano Martínez ambientada en Medellín y con el actor tratando de escapar de sus perseguidores tirándoles lo que se le cruza en el camino (¡hasta frutas y verduras!) provoca poco menos que vergüenza ajena. La subjetiva de los personajes con el agregado del efecto 3D -en el cual esos elementos se le vienen encima al público- debe estar entre lo más ridículo que se haya visto jamás en una producción de estas características. Los contados momentos que justifican este costoso proceso fílmico son tan básicos e innecesarios como la película que los contiene. La Pelea de mi Vida quedará en los anales de la industria local como uno de los primeros intentos por aprovechar una movida comercial que ha atraído mucha gente nueva al cine aunque está más que claro que en dos meses nadie podrá recordarla por méritos propios (ni siquiera como producto pochoclero).
Alex (Mariano Martínez) era un joven y prometedor boxeador cuando abandonó la Argentina tras perder ignominiosamente una pelea (con resabios del enfrentamiento entre Evander Holyfield y Mike Tyson). No sólo dejó la tierra en la que nació sino también a todos sus afectos, entre ellos su entrenador Don Rolo (interpretado por un Emilio Disi impecable que emociona en el reencuentro con su pupilo: ¿la mejor escena a nivel actoral de toda su carrera?) y a su novia que se encontraba embarazada sin que él lo supiera. Luego de diez años de destierro en Colombia Alex regresa a casa para descubrir, con asombro, que no sólo posee un hijo sino que su ex amada ha fallecido y al chico lo está criando un antiguo rival de la Federación de Box, el campeón del mundo Bruno “El Potro” Molina (digna actuación de Federico Amador). Decidido a recuperar su lugar, Alex conoce al pequeño Juani (Alejandro Porro) y a su niñera, la bonita Belén (Lali Espósito), de la que obviamente queda prendado. Mientras asciende en su carrera velozmente (como sólo la nunca bien ponderada secuencia de montaje es capaz de resumir con tanta eficacia), Alex le revela a Juani su identidad lo cual termina enfrentándolo con Bruno en la vida y después en el cuadrilátero. Ya entramos en el terreno del clímax donde Nisco demuestra sus mejores armas como realizador, procurando elevar a la historia –al menos en esos minutos- de la chatura televisiva que es moneda corriente en los proyectos de TELEFE.
El salomónico final de La Pelea de mi Vida dejará contentos a grandes y chicos quienes, de acuerdo a lo observado en la función de estreno, responden con aplausos, risas y emoción en los distintos pasajes que así lo determina el guión del experto Jorge Maestro. Contra esta eficacia marcada a control remoto no hay crítica que valga. Y que le guste a quien le guste…