Una película con formato de programa
Protagonizado por Mariano Martínez, el filme tiene una fuerte referencia televisiva.
Producida por Argentina Sono Film y Telefe, La pelea de mi vida no es más que un vehículo para llevar al cine la estética y la lógica de los productos televisivos que hoy dominan el prime time . Ni los actores, ni el guionista Jorge Maestro, ni el director Jorge Nisco pretenden mucho más que proyectar en una pantalla grande, en una sala oscura, un programa de televisión de 95 minutos. El 3D es anecdótico, como ocurre con casi todas las películas en 3D, incluso con las que vienen de Estados Unidos: apenas un relieve en la imagen que no justifica la incomodidad de tener que usar lentes durante toda la película.
Pero dentro de esa autoimpuesta limitación, la película se beneficia con su sencillez, concisión y falta de pretensiones. Mariano Martínez es Alex, un boxeador que huye del país humillado por haber sido descalificado en una pelea, dejando atrás a su novia sin saber que está embarazada. Años después vuelve y descubre que tiene un hijo de 8 años, Juani (Alejandro Porro), que está siendo criado por Bruno (Federico Amador), porque su ex novia murió. Bruno también es boxeador, campeón del mundo y se está por casar con Isabel (Agustina Lecouna). En el medio también está Belén (Lali Espósito), niñera de Juani, que aportará interés romántico al personaje de Martínez.
La historia dista mucho de ser original. Hoy mismo puede verse en televisión Sos mi hombre , sobre un boxeador que cría solo a su hijo. Pero de la misma manera que los productores no buscan más que trasladar a la pantalla la lógica televisiva, tampoco persiguen otro objetivo que el de captar a ese mismo público con fórmulas probadas y el magnetismo de las estrellas. Si les alcanzará o no con esto, es cuestión de esperar y ver.
Hay un par de cosas que se destacan por sobre la medianía. Por un lado, el buen trabajo de Alejandro Porro, el chico que se disputan los antagonistas. No es usual ver buenos actores infantiles y él cumple su papel superando las expectativas y con una frescura superior a la de los protagonistas. Por el otro, Lecouna, especialista en componer chetas caprichosas.
Quizás de haber aprovechado más a actores secundarios como Lecouna o Emilio Disi -desperdiciado como el entrenador de Martínez-, tal vez si Nisco se hubiera esmerado más en las escenas de boxeo, a las que les falta épica y sudor, La pelea de... habría sido algo más que una típica película televisiva sin mucho más futuro que el de la taquilla inmediata.