Demasiada TV, muy poco cine
Cómo sería ver un programa de televisión no muy logrado en pantalla grande? Sería incómodo, aburrido y muy parecido a lo que uno experimenta cuando está viendo La pelea de mi vida. Desde las primeras escenas, la lucha que el espectador tiene que hacer contra la vergüenza ajena es agotadora.
Dos boxeadores, uno sobreviviendo como puede en Colombia, el otro en la cima de su fama en Buenos Aires. La torpeza narrativa es asombrosa y todo el film parece de cartón pintado. Todo está mal, es falso, está mal preparado. Si aparece un fotógrafo, parece un extra al que le dieron una cámara y no alguien que realmente saca fotos, y así con todo, en todos los niveles. Diálogos imposibles y una música tan omnipresente como inadecuada, hacen más ardua aun la primera hora de película.
El uso del 3D está en la misma frecuencia. Es inadecuado, torpe y completamente inútil. La última media hora de película, incluso estando llena de defectos, es un poco mejor, en particular porque han puesto un poco más de esfuerzo en filmar las peleas que en el resto de la trama. Si en televisión esta hubiera sido una historia mediocre llena de clichés, en cine se transforma en algo realmente inaceptable.
En el elenco, Federico Amador es quien está más cerca de lograr un resultado razonable, aunque ni la dirección ni el guión lo ayuden. El resto es directamente para el olvido. Cada escena, cada diálogo, todo queda lejos del humor, la emoción y la acción que, uno asume, pensaron que podía ofrecer esta película. No es tan fácil hacer cine masivo de entretenimiento y es un insulto para los espectadores cuando alguien los subestima pensando que un título como La pelea de mi vida justifica el valor de una entrada.