Deseo y decepción
Este film de Karin Albou, muy premiado en Francia, pasó fugazmente, casi inadvertido, durante el festival de Cine Judío en 2006; se estrena con cierto retraso, tal vez debido a que ahora la directora ya es un poco más conocida en la Argentina por La canción de las novias, un film posterior y algo inferior a éste. Albou realiza sus películas alrededor de la problemática de la mujer judía y la relación entre árabes y judíos, con sobria sensibilidad.
El suburbio de París donde transcurre la acción es llamado La Petite Jérusalem a causa de la enorme cantidad de judíos que allí habitan. Las protagonistas son dos hermanas de una familia ortodoxa que viven sendas situaciones traumáticas. Como en su film posterior, aquí también la directora se vale de la dialéctica entre dos personajes casi opuestos. La menor, Laura (Fanny Valette), lucha por emanciparse de una familia cerrada en sí misma y en la religión, abrevando en los filósofos occidentales, notoriamente en Kant. De él toma la idea del cumplimiento de la ley para ser libre, y la sujeción a ciertos rituales, como la caminata, para construir una coraza que la proteja de sus propias pasiones. Ella experimenta una crisis cuando se siente atraída por un vecino argelino y musulmán, cuya familia también está sujeta a dogmas rígidos.
La mayor, Matilde (Elsa Zylberstein), es una creyente devota atada a las normas de la Torah que interpreta erróneamente, ejerciendo una autorrepresión sexual que pone en peligro su matrimonio con un hombre a la vez religioso y deseante. El tema de fondo es la libertad individual y el conflicto entre la fe y la razón, y entre la ley y el deseo, que cada hermana afronta con temor y confusión pero también con valentía, en una suerte de proceso iniciático. Laura ha abierto una línea de fuga en esa familia ortodoxa al estudiar filosofía, y también Matilde recibe las enseñanzas de una mujer más experimentada que le permiten acceder al placer.
Karin Albou desarrolla estas crisis de vida y de creencias espirituales e intelectuales con sumo respeto por cada uno de los personajes, entre quienes se diferencia la madre viuda, una matriarca de origen tunecino y sumamente supersticiosa. Con sensualidad se apoya en el peso y fuerte presencia de los cuerpos, que son los que carnalizan esas tensiones, pero aborda también otros temas, como las dificultades económicas, el antisemitismo y el conflicto siempre abierto entre los dos pueblos, que también divide a la verdadera Jerusalén.