Mateo vive con su madre Libertad (Ángela Molina) en un mundo de color de rosa: un microcosmos que tiene precisamente dos habitantes, madre e hijo. Hasta que un día a Mateo le diagnostican un cáncer... Nos encontramos con una realidad en la que la madre ejerce el mismo tipo de poder que el dictador que gobierna Corea del Norte. Igual de tóxico, igual de absoluto e igual de mortal. Hay pocas películas que desafíen todas las reglas para contar una historia absolutamente realista, y La Piedad es una de ellas.