Almodovar clásico vs. Almodovar contemporáneo.
Es el sabor que me dejó la presentación de su último film, una mezcla de elementos bien marcados del cine que solía realizar en sus comienzos, repleto de situaciones relacionadas al sexo, contenido de colores vibrantes, la sátira, conducir escenas al extremo y lo perverso. Si a esto le sumamos su fascinación por los géneros, sobre todo el thriller como es en este caso, la admiración por el suspenso y el film noir, bien podríamos aseverar que su cine se encuentra en el mejor estado, con una imponente estructura narrativa por sobre todas las cosas.
Almodovar se ha convertido en un director adulto, sus obras ya no tienden a buscar un efecto de polemizar, pero en La Piel que Habito, una trama que va creciendo vertiginosamente, impensable y de esas en que no se puede contar ni el mínimo detalle al lector de una reseña por la posibilidad de arruinar el factor sorpresa, logra un efecto impactante: dejar boquiabierto al espectador.
Basada en la novela “Mygale” de Thierry Jonquet y protagonizada por Antonio Banderas (ex actor fetiche de Almodovar con quien no trabaja hace 20 años), componiendo a Robert Ledgard, un detallista cirujano plástico que busca venganza sobre quien abusara sexualmente de su hija. La trama del film es negrísima, inicia con el cirujano habitando una imponente mansión, de aquellas estructuras que contienen todos los elementos electrónicos de avanzada a mano que uno pueda imaginarse y una fiel ama de llaves a su disposición interpretada por Marisa Paredes. El film es movilizado a partir de alternación con flashbacks constantes, sin melodías armoniosas, el score remite a la genialidad de Bernard Herrman debido a la inclusión de puntillosos violines para marcar la psicótica experiencia.
Elena Anaya, quien ya ha trabajado con Almodovar en Hable con Ella, habita la piel de Vera, una mujer que convive recluída en una habitación de la mansión, vigilada, detenida, observada.
Almodovar logra generar climas extremos y las sensaciones más diversas, desde la empatía hasta la melancolía y el temor, propone jugar con el género del thriller, uno de sus favoritos y sobre el que mejor ha sabido afianzarse, con todos los elementos que en su trayectoria bien ha sabido utilizar, su sello característico está a la vista. Un film que fluye constantemente y genera suspenso como pocos.