La costumbre de in-ventar la realidad.
Una nueva apuesta al cine de género, resultado de una adaptación de la novela homónima del marplatense Carlos Balmaceda, quien incursiona en el cine como co- guionista. La Plegaria del vidente (2001) está inspirada en un hecho real ocurrido en su ciudad natal en 1996, donde supuesta-mente un asesino serial mata a un grupo de prostitutas, acontecimientos nunca esclarecidos del todo y que devienen en un posible ajuste de cuentas entre la policía y un grupo de trata de blancas.
Este segundo largo de Gonzalo Calzada, protagonizado por Gustavo Garzón, Mimí Ardu, Valentina Bassi, Juan Minujín, Vando Villamil y Rodolfo Ranni, surge a partir de la lectura de la novela, más precisamente de una escena donde aparece el cadáver de una prostituta estrangulada en las afueras de la ciudad, lo que dispara su deseo.
La historia, -que en la novela está contada en primera persona- gira en torno a las subjetividades de tres personajes: El Vasco, un detective obsesionado con la muerte de su hija, quien trabaja junto con Natalia, una médica forense; Riveros, un periodista policial, y Mauro, un vidente, quien tiene el poder de ver fragmentos de los asesinatos, personaje que le aporta la dosis fantástica al film.
Balmaceda se inicia en la literatura dirigiendo una revista de una cadena de supermercados marplatenses llamada Toledo. En 1985, su primera novela La otra muerte recibe la faja de honor de la Sociedad Argentina de Escritores y en el 2003 escribe El evangelio de Evita, la cual es adaptada al teatro por él mismo. Donde el escritor imagina lo sucedido en un viaje de Evita a Mar del Plata, posterior a la renuncia de su candidatura a la vicepresidencia. Existe el rumor, que en compañía de su confesor y amigo, el sacerdote jesuita Hernán Benítez, ella comenzó a escribir unas memorias que revelarían entretelones de su vida. Nadie sabe si esos escritos existieron en realidad, pero Carlos Balmaceda jugó a imaginar un contenido, con la idea de relevar las contradicciones de nuestro país, y lo logró. Actualmente acaba de escribir Manual de Caníbal, donde de alguna manera une sus orígenes, gastronómicos- culinarios, con su preocupación como periodista y escritor, que está centrada en cuestionar el valor de “verdad”, que el espectador/lector le atribuye hoy al discurso político, una construcción, que se hace realidad todos los días, en el escenario de los “medios de comunicación”.
De allí, que esta ficción, que se estrena mañana en Buenos Aires tenga la pretensión implícita de contribuir, a que se entienda mejor la realidad en la cual vivimos, elección estética mediante, de trabajar con los códigos del cine- noir, en un thriller con una fuerte impronta de videoclips, edición, que para el género no resulta operativa por dos razones: la primera, porque se pierde el clima de suspenso, y la segunda, porque transitivamente se reduce un elemento fundamental, que es el dramatismo.
Con el objetivo de sumarle realidad hay un pequeño exceso en algunas escenas en extremo sádicas, que aunque son parte del género, lo apartan de su eje de reflexión, que es la denuncia de la corrupción política y policial, de una Mar del Plata opuesta, también en extremo, a la del imaginario de “la feliz”.
Imaginario que Carlos Balmaceda conoce a fondo como sujeto de su escritura, y como marplatense, sobre todo en su último libro, que es un repaso de los últimos 100 años de historia de nuestro país, al cual se suma un análisis de la violencia, y en el otro aspecto relevado, como yerno del Juez Pedro Federico Hooft, una personalidad conocida en la ciudad, no sólo como especialista en Bioética, famoso por su fallo a favor de la “muerte digna”, sino también como “el juez que dio salida al primer hábeas corpus, presentado a raíz de la llamada Noche de las Corbatas (Julio de 1977), liberando a uno de los abogados secuestrados, Camilo Ricci.
Decisión que le valió un reconocimiento (que no volvería a repetir), y por lo que a posteriori fue cuestionado por más de 100 causas sea por acción u omisión a favor de la dictadura militar.
Sabemos que las enfermedades brotan con las dictaduras, pero también sabemos de la intolerancia, que a veces tiene la democracia.
Ambas forman parte de esa realidad, la que se nos da a conocer por los medios y aquella que el sentido común debería obligarnos a deducir.
Un comisario
Un periodista y
Un vidente.
Tres personajes, tres miradas en busca de “la verdad”, que probablemente nunca conoceremos, que los enfrenta a sus propias verdades, en una celebrada apuesta al género en el segundo film de un director, que ya comprobó talento con Luisa, interpretada por una multifacética y excelente actuación de Leonor Manso (2009).