El cine de terror funciona muy bien en nuestro país, de los grandes tanques hasta películas que en USA van directo a video… nuestro pueblo bien al sur lo recibe con los brazos abiertos. Y dentro del gran entramado de este género hay un sub-mundo que nunca falla: las películas de posesiones demoníacas. Será por la educación mayoritariamente cristiana, por el miedo a lo desconocido, o porque ya hemos pasado por tantos monstruos que necesitamos asustarnos con algo nuevo. Por eso, no es de extrañar que si sale una película de terror, sobre posesiones y protagonizada por Gary Oldman… sea estrenada en cines comerciales. Pero ¿es La posesión de Mary una película a la altura?
Es una película de posesiones. Como bien dice una de las protagonistas al inicio: “el mal mas poderoso necesita un vessel (la traducción puede ser recipiente o buque) para vivir, en este caso fue un barco”. Sí, estamos frente a una película de un barco embrujado; y esto podría ser (saltando los tiburones del “buen gusto“) una grata experiencia… pero no. En realidad estamos frente a un fantasma que vive en el bote. Y ahí ya entramos en mares conocidos: jumpscares con el sonido fuerte e híper predecibles, personajes unidimensionales, una nena que dibuja cosas terroríficas y camina dormida… PERO ADEMÁS lo aderezamos con malas actuaciones y un problema realizativo impensado: más de la mitad de los planos están fuera de foco…
¿La historia? Una familia con problemas decide invertir lo que no tiene para comprarse un barco que permita transportar pasajeros que anden vacacionando, es un último tiro por la borda del patriarca de la familia (Gary Oldman) que cree que sino seguirá toda su vida navegando para su jefe. Aparece este barco que se llama Mary, como la hija menor, y deciden restaurarlo haciendo el primer viaje con familia completa: pareja, dos hijas, amigo del padre/inversor y novio de la hija. Entonces… cuando se encuentran en mitad de la nada: comienza a acechar el fantasma.
Tener a personajes con claros conflictos entre ellos, teniendo que convivir en un espacio reducido en el medio de la nada con una presencia poderosa acechándolos no suena a una mala idea, incluso podría tener mucho potencial. Pero en este caso, lo chato del guión, las frases hechas, los giros previsibles, los lugares comunes del género… todo va llevándote por un río rápido repleto de piedras que conoces de memoria si viste muchas películas de terror y pierde toda la emoción. Nada puede hacer un sobreactuado Oldman, o una exagerada Emily Mortimer: el relato tiene el ancla puesta desde el inicio, y aunque pongan el motor a toda velocidad nada ocurre. Incluso hay informaciones confusas, mal construidas y preguntas que quedarán para siempre sin contestar.
La posesión de Mary viene a marcar el ritmo de algo que es una (in) sana costumbre en nuestro cine: importamos películas de dudosa calidad en lugar de potenciar nuestro propio cine de género, sin importar nada más que sea de USA. Ahora, si sos de esas personas que se asustan con facilidad y gustan de pasar malos/buenos momentos en la oscuridad de un cine, ésta puede ser una buena opción durante la temporada de premios…