Dirigida por Michael Goi, la película sigue a David (Gary Oldman) y Sarah (Emily Mortimer), un matrimonio con serias dificultades financieras. David compra un viejo barco para iniciar un negocio de carga pero se ve atraído por otro y, sin pensar en lo económico, lo compra también sin consultarle a su esposa. Terribles secretos acechan en las vastas áreas marinas.
Michael Goi es un director acostumbrado al formato televisivo (series como Showtime's Web Therapy). Ahora se animó a salir de su zona de confort, con La posesión de Mary, su tercer largometraje. No obstante, y, en este caso, resultó ser una fallida y mediocre película de terror. Varios son los errores, pero el peor, radica en el guion a cargo de Anthony Jaswinski, que nos brinda una información crucial al comienzo que debería descubrirse al final, de allí su fatal fracaso. Debido a ese desacierto, el film será predecible y nos predispone de otra manera al verlo.
Las expectativas eran altas debido al protagonista, reciente ganador del Oscar por Las horas más oscuras (Darkest Hour, 2017), que aquí fuerza sin éxito su interpretación para que el film funcione. Dicen que los grandes actores luego de ser premiados se sumergen en un declive de su carrera, se relajan. No sabemos si es cierto, pero es el caso de Gary Oldman en esta película. Como sea, esperamos verlo interpretando otros papeles más adelante y que reencuentre su rumbo.
Tampoco se aprovecharon de manera correcta los recursos como la fobia o encierro que podría provocarnos un barco embrujado en el medio del océano, ni el mar que funciona sólo para ubicarnos una y otra vez allí, "en el lugar de los supuestos hechos". En el medio del océano, no hay manera de correr, de salir o de escapar. Y los espectadores en la sala de cine, corremos la misma suerte.