Al mando del hogar sin estar preparada
La posesión de Verónica es una película de terror española dirigida por Paco Plaza, reconocido por la saga REC. El guion también estuvo a cargo de él junto a Fernando Navarro. El reparto incluye a Sandra Escacena, que debuta en el cine con el papel protagónico, Ana Torrent y los niños Bruna González, Iván Chavero y Claudia Placer.
A los 15 años Verónica (Sandra Escacena) debe hacerse cargo de sus hermanitos Lucía (Bruna González), Irene (Claudia Placer) y Antoñito (Iván Chavero) ya que su madre trabaja todo el día en un bar. Un día en la escuela la joven baja al sótano para jugar a la ouija con dos compañeras mientras los demás están apreciando el eclipse solar desde el patio. Verónica desea comunicarse con su padre fallecido pero en vez de eso sin quererlo conseguirá abrir un portal que dará paso a una entidad maligna. Ahora su familia está en peligro, en su casa de Madrid ocurren cosas extrañas y ella sufre los efectos de haber sido poseída.
Ya estamos acostumbrados a los estrenos de terror clichés, con historias planas y redundancia de jump scares. Si leemos la sinopsis de este film o vemos su póster promocional nos parecerá más de lo mismo. Sin embargo detrás de ello se esconde una gran película del género que no debe pasar desapercibida.
Lo que la diferencia de otras producciones y constituye lo más destacable del film es en dónde está puesto el foco. Paco Plaza se toma todo el tiempo que necesita para desarrollar la dinámica del hogar de Verónica, sin perder en ningún momento ni el ritmo ni el interés del espectador. Gracias a esto conectamos desde entrada con los cuatro hermanos, nos llegan a importar y deseamos su bienestar.
Por otro lado es imposible no aplaudir la acertada elección de casting. En su debut cinematográfico Sandra Escacena brilla como Verónica a pesar de tener variadas escenas complejas con mucha carga emocional. De todas sale airosa, componiendo con éxito a una adolescente que no está siendo escuchada y debe arreglárselas por sí sola. Los pequeños Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero no se quedan atrás con sus buenas interpretaciones. Gracias al guion, sus diálogos recuerdan la inocencia que existe en la infancia, transmiten ternura y aportan el toque de humor que alivia la dura realidad que atraviesa su hermana.
La recreación de época está muy bien lograda, pudiéndola apreciar desde la música que escucha la protagonista hasta el televisor en el que la imagen que transmite no es del todo clara. Los movimientos de cámara y la fotografía oscura ayudan a crear ese ambiente tan atemorizante como sofocador. Gracias a estos dos elementos en una secuencia dentro de la casa Verónica se mueve por las habitaciones, abriendo tantas puertas que no llegamos a dilucidar cómo era la estructura del hogar, lo que genera una sensación claustrofóbica fantástica.
Lo único que puede sacar al espectador del contexto realista en el que se desarrolla el relato es la presencia de una monja ciega en la escuela. Su personaje resulta cliché y no aporta nada relevante. Por suerte su participación no llega a más de tres escenas.
La posesión de Verónica contiene momentos perturbadores que quedarán rondando en la mente al recordar que está basada en una historia real. Los sustos son auténticos pero por sobre todo es el alto nivel de conexión con la protagonista lo que lleva a darnos cuenta que ésta es mucho más que una historia de terror.