España, garantía de buen terror
La película está basada en la historia de una adolescente española que murió en un hospital tras confusos episodios "paranormales". El guión, desarrollo, fotografía y actuaciones se amalgaman de manera exacta para hacer que el espectador disfrute del miedo como es debido.
Estefanía Gutiérrez Lázaro era una adolescente española que falleció, según registros periodísticos, en un hospital y tras confusos episodios “paranormales” en los que estuvo involucrada a principios de los 90. El cineasta Paco Plaza tomó aquella investigación y la transformó en película.
Pero más allá de las semejanzas con la historia original, “La posesión de Verónica” vuelve a demostrar que el cine de género español mantiene su gran nivel y es uno de los mejores del mundo. Verónica (Sandra Escacena) es la mayor de cuatro hermanos, y debe cuidarlos por la mañana y por la tarde, llevarlos al colegio y hasta educarlos.
La madre de ellos se la pasa en el bar en el que trabaja, así que la supervisión queda sólo a cargo de Verónica. Un día de eclipse solar, todos los alumnos de la escuela católica a la que asisten los hermanos van hacia la terraza para ver el fenómeno, mientras Verónica y dos amigas van al sótano para, con ayuda de una tabla de Ouija, intentar contactar a su padre, y al novio de una de las participantes, ambos fallecidos.
Pero algo sale mal, y la adolescente comienza a ser perseguida por sombras y presencias que amenazan con hacerle daño a sus hermanos. Ella misma comienza a sentir cambios muy extraños en su vida, como sentirse ausente y olvidar cosas que hizo.
Las claves
Plaza encontró el equilibrio perfecto para que el metraje nunca deje de avanzar y sea ágil, pero sin perder de vista que su victoria estaba en ir aumentando la ansiedad y el miedo a cuentagotas. El elenco infantil ayuda mucho en la narrativa, por lo que llantos y momentos de desesperación dan apariencia de realidad, cuando es sabido que las buenas actuaciones no son el fuerte de este género cinematográfico.
En tanto, la protagonista se destaca porque, con gran tino, el director sabe involucrar el drama de la adolescencia que es obligada a abandonar su juventud para transformarse en una pseudomadre, por lo que la cuestión de “salvar” a su familia plantea conflictos mejor llevados y resueltos en la parte final. Si bien no trae nada nuevo a la escena de terror, en “La posesión...” guión, desarrollo, fotografía y actuaciones se amalgaman de manera exacta para hacer que el espectador disfrute del miedo como es debido.