La posesión de Verónica

Crítica de Pablo Sebastián Pons - Proyector Fantasma

MEDIA VERÓNICA
Parece que el cine de terror va encontrando nuevas fórmulas que lo vuelven a poner en la primeras elecciones de la audiencia a partir de una renovación válida de realizadores y la profundización de aquellas virtudes de los últimos años. Atrás parecen quedar entonces aquellas rachas de películas de horror y terror que no hacían mas que revisitar clichés, lineas argumentales y arquetipos básicos.

No es que esta nueva ‘camada’ -hay directores que vienen de larga data- lo haga con una originalidad absoluta, pero se nota un desparpajo (Los Huespedes) y una soltura en determinados productos (Better Watch Out, La Cabaña del Terror) de la mano de un un sólido arraigo por el terror de los ’70 (la factoría James Wan), la narrativa de mitos y leyendas (La Bruja, la saga El Conjuro), y sobre todo un respeto por el público al evitar la repetición serial de usos y costumbres en este género que tan vilipendiado ha sido en los últimos años.

La Posesión de Verónica aprovecha un poco este combo que tanto resultado da que es el de meterse de lleno en una historia real -algo que haya pasado y que tenga anclaje con la realidad, por mas incomprobable que sea-, que date de por lo menos 20 años atrás o por lo menos de otra década -el relato extemporáneo, impropio del presente tangible y comprobable-, pero que sobre todo mantenga un verosimil que lleve a la duda razonable. Entonces así como el cine de superheroes se aprovecha de la nostalgia adulta del ludismo infantil -Marvel, no DC-, el cine de terror ha entendido que el negocio pasa por el relato de mitos y leyendas modernas. No es casual entonces que la gran mayoría de estas producciones tengan en los niños a los pilares de la película, siempre prestos a la estimulacion de la imaginacion por medio de la narrativa oral. Y nosotros, en consecuencia, a la audiovisual.

Entonces Paco Plaza rapidamente nos pone en tema. Pasado el prólogo que, obviamente, nos promete mucho y aclaro poco, entendemos que la combinacion de un eclipse y una sesión de Ouija, desata extraños hechos en la Veronica en cuestión y que, mediante una rápida deducción, se entiende que son propios de una persona poseída. Como se marcaba mas arriba, este argumento dista bastante de la originalidad -ha sido contado infinidad de veces-, pero lo hace con una personalidad firme, aterrorizando con la imagen -el fuera de campo y la insinuación son fundamentales aquí-, el gesto y el sonido -allí hay una banda sonora espectacular-.

Este relato clásico no innova en formas pero sí constituye un producto que lo que hace, lo hace bien. Construcción de conflictos, personajes sólidos, climas agobiantes, suspenso efectivo, metáforas comunes del cine de terror -el sexo y la inocencia-, y un climax final a la altura de todo lo previo. En La Posesión de Verónica, Paco Plaza (REC) repite los aciertos del pasado y no solo es el género el que gana, también lo hace el público. Sobre todo en sustos.