Verónica (Sandra Escacena) es una joven de dieciséis años que vive en un departamento junto a sus hermanos más pequeños, debido a que su madre (Ana Torrent) debe trabajar todo el día para mantener la familia, es ella la que lleva adelante la casa.
Un día Verónica junto a dos amigas deciden jugar con una tabla Ouija, justo un día en el cual se dará un eclipse, pero algo sale mal durante el ‘juego’ y a partir de ahí la protagonista comenzará a experimentar distintos fenómenos inexplicables y tenebrosos.
Esta historia está basada en un hecho real que ocurrió en Madrid en el año 1990, llamado el Expediente Vallecas, que contaba un caso similar de una joven que luego de una partida de Ouija comenzó a tener comportamientos extraños, hasta que unos días después falleció.
Lo que parece una película de terror sobre posesiones y exorcismo de las que ya vimos en varias ocasiones, toma un giro inesperado cuando vemos la historia narrada desde otro punto de vista. Tal vez la historia no produce demasiados sobresaltos en cuanto a lo terrorífico, pero logra enganchar al espectador en la aventura de Verónica y su lucha contra el mal.
Algo que se resalta es lo bien que está narrado el punto de vista del personaje principal que, a pesar de ser una adolescente, tiene las responsabilidades de una adulta y eso se ve bien reflejado tanto en la actuación, como en la dirección y el guion.
En cuanto a la cinematografía, la dirección de Paco Plaza es impecable, aunque la película no asusta del todo, sí logra crear el ambiente de incomodidad que se busca en estas películas.
“La posesión de Verónica” no llega a atemorizar de todo al espectador pero sí crea un ambiente de tensión en la cual el público no se sentirá del todo seguro. También otorga un cambio de paradigma para este tipo de películas que siempre parecen estar contadas desde el mismo punto de vista y en este caso no es así, eso es algo bueno para el cine futuro.