Hay determinados momentos en que decir hasta acá llegué, no arriesgo más, no vale la pena, no tiene porqué ser vergonzoso, ni es un deshonor. Sino una decisión sabia y valedera que no todas las personas son capaces de aceptar. Porque piensan que pueden continuar, que son inmunes a todo, o que las ambiciones lo enceguecen tanto que luego, al complicarse la situación, no hay escapatoria ni vuelta atrás, y es ahí cuando comienzan los padecimientos, como los que sufren estos tres expertos en actividades paranormales.
Porque, a la clásica historia de la casa abandonada, que está dominada por espíritus, y donde se muda una familia que termina atacada por seres muertos en otras épocas, el director Jason Stutter, le da una vuelta de tuerca a este relato desarrollado en Nueva Zelanda, donde el ataque ya se produjo, y son enviados por la compañía de seguros de la vivienda estos investigadores para saber si verdaderamente hay presencias siniestras.
Cuando llegan a la propiedad, que está mal conservada, el jefe, llamado Scott (Jeffrey Thomas), con un experto en tecnología como Liam (Jed Brophy), y una médium, Holly (Laura Petersen), que es una veinteañera, bonita y descuidadamente sexy, que le aporta la cuota de belleza necesaria a este tipo de películas, se dan cuenta que los habitantes se fueron hace muy poco, escapando con lo puesto.
Sobre ellos tres recae el peso de llevar adelante este largometraje que hacen todo lo posible para corroborar si realmente hay alguna entidad paranormal, pero esa presencia tarda demasiado en manifestarse, pese a que el director maneja bien los tiempos del suspenso y uno está esperando que pase algo, los hechos más importantes y significativos recién suceden en el último tramo del film.
Porque la expectativa se mantiene constantemente, tanto los coprotagonistas como el espectador saben que hay algo, o alguien más, no se ve, pero se intuye. La espera se prolonga demasiado y cuando ocurren cosas, luego no se justifican correctamente y eso empalidece a esta producción, que tiene buenas intenciones, los actores hacen su mayor esfuerzo para que sea creíble lo que están contando, los efectos tanto de sonido como de imagen son los habituales en este género, pero, en definitiva, no hay nada nuevo que nos sorprenda, ni siquiera ver torcer la ambición y el inconformismo del ser humano.