El horror nuestro de cada semana esta vez proviene de Nueva Zelanda y uno pensaría que, alejado de la Meca de Hollywood, el resultado sería una visión fresca e inquietante sobre el género. No podría estar más equivocado. The Dead Room tiene de fresco el aire de una jaula de zoológico abarrotada de animales, y una boleta vencida de la tarjeta de crédito genera más inquietud que los tortuosos 80 minutos de duración de la película de Jason Stutter.