En una granja de Nueva Zelanda, una familia cansada de que sucedan hechos paranormales, decide escapar de los espíritus que, según ellos, acechan su casa o, al menos, esto le informan a la compañía aseguradora. Entonces, un grupo de expertos entrará en escena y tomará el control del caso.
Este grupo de investigadores conformados por dos científicos, Liam (Jed Bropy) y Scott (Jeffrey Thomas), junto a una joven médium, Holly (Laura Petersen), con un gran equipamiento técnico se adentrarán en el hogar para observar y tomar nota de todo lo que suceda. Se dedicarán a registrar cada movimiento, cada sombra, cada sonido e intentarán corroborar su origen paranormal.
El director, Jason Stutter – con experiencia en films de clase B como Diagnosis: Death en 2009 y Predicament en 2010 – intenta relatar una historia verosímil, con suspenso en cada escena sin caer en lugares comunes. El espectador, al igual que los protagonistas, experimentaran los fenómenos paranormales a través del equipo técnico (como las cámaras de seguridad con detectores de movimientos) dejando siempre la puerta abierta a la duda y la especulación.
Sin embargo, cuando todos los elementos parecen estar en su lugar y la resolución se empieza a vislumbrar, la historia cae por su propio peso y el final termina siendo poco favorable e inesperado. Abandona por completo el ritmo construido dando lugar a la acumulación de clichés y lugares comunes, transmitiendo la sensación de que los realizadores optaron por tomar la salida de emergencia.
En la mayor parte de su metraje La presencia es una película que trabaja el verosímil y el ritmo construyendo una atendible historia de terror, pero al final todos esos esfuerzos se diluyen.
Por Mariana Ruiz
@mariana_fruiz