Espíritu silencioso
El cine de terror tiene presencia recurrente en la cartelera argentina y es uno de los más elegidos por los espectadores. Hay películas que cuentan con directores y un reparto destacado en el ámbito, provienen de países especialistas en el género, y desde muchos meses antes de su estreno ya son esperadas por los seguidores de los films de horror; mientras que hay otras películas de terror que empiezan a sonar con mayor fuerza recién cuando se estrenan en las salas. Este último tipo puede ser ejemplificado con La presencia (The Dead Room, 2015), que llega desde Nueva Zelanda, bajo la dirección de Jason Stutter.
La presencia presenta la historia de dos escépticos científicos, Scott (Jeffrey Thomas) y su asistente Liam (Jed Brophy), quienes son enviados junto con Holly (Laura Petersen), una médium, a descubrir los misterios de una granja al sur de Nueva Zelanda que, según testigos, está embrujada. La estadía de los investigadores se torna siniestra cuando observan la presencia de fenómenos paranormales en la casa, los cuales son generados por un ente maligno que busca expulsarlos y así proteger los secretos que se esconden en la residencia. Scott, Liam y Holly deben no solo descubrir los misterios sino también superar sus miedos internos y a la presencia maléfica que se resiste en la casa. La película está inspirada en un caso de actividad paranormal famoso en una granja en Otago Central, Nueva Zelandia, a principios de la década de 1970, cuando dos investigadores científicos arribaron al lugar con el objetivo de encontrar los misterios perturbadores de los que la gente se quejaba.
La película si bien está basada en un caso paranormal real, no sale de lo convencional del género, es decir, no propone nada nuevo y está cargada de elementos trillados: casa en medio de la nada misma, el viento como señal del ente maligno, momentos de tensión en una noche de tormenta y oscuridad, planos fijos a elementos anticipando que vendrá un susto, entre otros a los que los espectadores del cine de terror ya están acostumbrados. La premisa es interesante pero al no buscar componentes innovadores y una vuelta de tuerca, cae en los típicos clichés. En cuanto a la dinámica de la historia, es lenta en la primera parte, con algún que otro momento de terror, y recién en los últimos minutos es cuando se desatan los hechos siniestros con intensidad. Respecto a la banda sonora es acertada, complementa bien el suspenso generado aunque después no se plasme el mismo efecto en la imagen.
Las actuaciones presentan diferencias, ya que si bien Jeffrey Thomas como Scott y Jed Brophy como Liam brindan trabajos correctos, sin sobresalir pero acordes al film, el personaje de Holly, a cargo de Laura Petersen, es el que no termina de impactar, debido a que no transmite el horror que debería estar viviendo la joven ante los hechos.
El cine de terror vuelve a las salas argentinas con La presencia, una película que tiene algunas situaciones en las que más de un espectador se asustará y pasará el momento en su butaca. Sin embargo, no ocurrirá lo mismo con quienes sean fieles consumidores del género ya que al estar cargada de elementos de terror trillados, no generará demasiadas sorpresas.