El revival del melodrama italiano
La prima cosa bella (2010) es un film que conjuga humor, sensualidad y drama para contar la vida de una familia italiana dividiendo el relato entre los años setenta y el presente de sus personajes. Premiada a nivel nacional y seleccionada para representar la península itálica en la 83° entrega de los premios Oscar, el director Paolo Virzì retoma el estilo clásico del cine italiano para narrar una historia en donde la enfermedad se convierte en una oportunidad para la reconciliación familiar.
Bruno Michelucci (Valerio Mastandrea) es un poeta frustrado que se gana la vida como profesor de letras en una escuela de hotelería en Milán. Con la impostura de un adolescente, dilata el regreso a su hogar y pasa las horas narcotizado en el parque. Tiene una prometida a la que aún no asume como tal y prefiere llamar co-inquilina. Bruno es el personaje principal de esta historia, un cuarentón que vive sus días malhumorado. Al presente de este intelectual insatisfecho, se entremezclan los recuerdos de una infancia marcada por la personalidad de Anna (Micaela Ramazzotti), una madre extrovertida, amorosa, sensual e ingenua cuya belleza era el foco de atracción y deseo de quienes posaran sus ojos en ella.
La primera escena del film emula el recuerdo más traumático para el avergonzado Bruno, cuando en el verano de 1971 su mamma gana el certamen a la madre más bella del balneario de Livorno. A partir de entonces, junto al comportamiento volátil de su madre y la frialdad despótica de su padre, la familia termina por quebrarse haciendo que la vida de Anna, Bruno y su hermana Valeria, no sea nada fácil. El núcleo dramático del relato se centra en el reencuentro filio-maternal que, luego de varios años de desconexión, se verá forzado por el cáncer terminal de su madre.
En una suerte de guiño cómplice con el público, el director Paolo Virzì muestra, con la determinación de quien no pretende caer en engaños, un film que se nutre y, a la vez, repone el género del melodrama y el estilo realista de los mejores directores del cine italiano Vittorio De Sica y Ettore Scola. La alusión más evidente es cuando Anna actúa en una escena de La mujer del cura (La moglie del prete, 1971) de Dino Risi en donde es posible reconocer al legendario Marcello Mastroianni, o mejor dicho, al parecido physique du rôle de su doble.
Lo interesante es pensar cómo el director dispuso de este film para referirse, de diferentes maneras, a la nostalgia: primero, motivada por la propia historia y, segundo, por los años dorados del cine italiano. Si bien el film es emotivo y fluye con gracia, pero sin sensiblería, hacia el indefectible destino de la mamma, resulta aún más valioso su intento por revivir la comedia clásica italiana en el cine actual.