Responsable de tres entregas de la exitosa saga de terror sádico El juego del miedo, Darren Lynn Bousman escribió y dirigió esta coproducción estadounidense-española que intenta -sin demasiada fortuna- incursionar en un subgénero que parece haber resurgido luego de su época de oro en los años 70 para estar otra vez de moda: el thriller religioso con elementos apocalípticos.
Joseph Crone es un escritor torturado, un alma en pena: a pesar de que sus libros venden millones de ejemplares, no ha podido recuperarse de la muerte de su esposa y su hijo en un incendio. Cuando se entera de que su padre está a punto de morir en Cataluña, sale de su largo encierro y viaja hasta la casona, ubicada en las afueras de Barcelona. Allí, se reencontrará con su hermano Samuel (Michael Landes), un cura en peligro ante la inminencia del 11-11-11 del título, día en que supuestamente se abrirá un portal para la llegada de fuerzas diabólicas. La trama (una acumulación de situaciones sobrenaturales, profecías, rituales, sacrificios, pesadillas, alucinaciones, referencias a la numerología y traumas psicológicos derivados del dolor y la culpa) describe la obsesiva investigación que Crone realiza para desentrañar el misterio y salvar a su hermano.
La película no termina de funcionar en ninguno de los terrenos: ni en el narrativo ni en la descripción de los personajes ni en el visual ni mucho menos en el actoral. El ominoso film transcurre en buena medida dentro de las paredes de la vieja casa familiar, y cuando la acción se traslada al Barrio Gótico o a las playas de Barcelona tampoco alcanza climas mínimamente sugerentes. Bousman va sumando elementos con la idea de generar una tensión y un suspenso que deberían resolverse de manera satisfactoria y convincente sobre el final. Sin embargo, el desenlace es tan torpe y manipulatorio que todo resulta todavía más frustrante que durante la ya mediocre hora y media inicial.