Ni siquiera el fortuito e inusual episodio que la transforma en fugaz heroína popular alcanza para que Paula deje de sentirse insatisfecha, incómoda con su lugar en el mundo. Luego de evitar un robo en un bar en el que intenta dar una clase de alemán con demasiadas interrupciones, la protagonista del título de este segundo largometraje de Clara Picasso (El pasante) entrará en una zona de titubeos e indefiniciones que serán la constante de su temperamento a lo largo de la historia: su carrera como actriz no termina de despegar, su vida sentimental es realmente gris y sus amistades tampoco le aportan energía, alivio o refugio.
Sesenta y cinco minutos alcanzan para que la directora de esta película, exhibida en la última edición del Festival de Mar Del Plata, capture con precisión un momento concreto en la vida de esa mujer sensible que Rocío Varela encarna con rigor y solvencia. En ella recae el peso de una historia de baja intensidad centrada en una crisis personal que se intuye pasajera. Y lo resuelve muy bien, apoyada por un elenco también efectivo, sobre todo cuando la comedia asoma con discreción y elegancia, la misma que aporta "Fuego", una preciosa canción de El Mató a un Policía Motorizado que suena, un par de veces, muy oportuna.