El artista estadounidense Andy Warhol manifestó alguna vez que cualquiera puede tener sus 15 minutos de fama. Sin proponérselo, como un hecho fortuito, eso es lo que le ocurrió a Paula (Rosario Varela) un día mientras daba clases de español en un bar y, de casualidad, gracias a un movimiento sorpresivo, atrapó a un ladrón que entró a robar en ese local. Las cámaras de televisión y las páginas de los diarios resaltaron esa acción y calificaron a su actitud como heroica.
Con un comienzo interesante y original, la película dirigida por Clara Picasso aventuraba un relato con un paso de comedia atractivo que luego se desvaneció. Como una paradoja del destino, tanto la directora como la protagonista de su film malograron la oportunidad de aprovechar el fuerte impulso del comienzo y terminaron en la intrascendencia.
Porque Paula es una actriz. Participó en algunas obras de teatro guiadas por su profesor, que también fue su novio durante unos años, hasta que se separaron. Desde ese momento deambula buscando insertarse en el medio artístico sin mucho éxito, porque va a castings y pruebas, pero no la convocan, aunque nunca transmite su frustración, ni resignación. La historia, breve, transcurre en la ciudad de Buenos Aires durante el verano. Luego de la fama efímera a Paula el tiempo transcurre lentamente, le sobra. Se dedica a tomar sol, caminar por el barrio, leer y estar pendiente, demasiado, del teléfono celular.
El relato no es lento, porque la chica siempre está haciendo algo o absolutamente nada, pero lo parece, porque no hay un conflicto concluyente. Cuando ocurre el inevitable y necesario punto de giro para que una película avance, ella va a la peluquería a cambiarse el peinado. Esta acción no tiene la suficiente fuerza como para modificar la vida de la actriz y, por ende, afecta el desarrollo narrativo. Se mantiene siempre el mismo tono medido, bordeando lo taciturno. Un estilo que tanto gusta en varios directores argentinos. Sólo se contenta con encontrarse en la calle, en una quinta o en una fiesta, con actrices que están en su misma situación, es decir, peleándola por ingresar y tener continuidad en el mundo actoral. Aquí podemos observar que no es fácil, y todas tienen muchas más ilusiones que certezas.
Las escenas no son musicalizadas, sólo suenan fragmentos de una canción, especialmente en los momentos que ocurren en un cumpleaño
Lo destacable de Clara Picasso es la construcción de las escenas, que son fluidas, para nada forzadas, y que se apoya en una Rosario Varela convincente en su papel, que le calza a la perfección, mientras transita la ciudad buscando su destino.