El sociólogo estadounidense James Petras habla de los procesos revolucionarios encarando el tema desde una cuestión de ideas y estrategias. Petras nos habla de que las revoluciones son procesos largos, violentos e impredecibles, tal vez, la gran diferencia entre Petras y otros pensadores es que este sociólogo considera que los procesos de revolución pueden ser pensados y orquestados desde arriba, lo que deriva en que de alguna manera termina calificando al nazismo y al fascismo como revoluciones y no como lo que realmente fueron, es decir sediciones contra el estado de derecho y el accionar político. Es en este punto donde puedo establecer un paralelismo entre esta línea de pensamiento y la trama de la saga que hoy nos ocupa.
A lo mejor es eso o simplemente los guionistas de esta película copian el mensaje meritocracia y objetivista que Todd Phillips disfraza de revolucionario en la película Joker (2019), es decir, el mensaje final de la película es que el pueblo en si es idiota, que solo busca un líder mesiánico al cual seguir y que no comprende la profundidad de sus necesidades, lo cual no les permite valorizar a quienes “emprenden y son el verdadero motor del progreso”: los ricos.
En esta película como en aquella, el caos se desata a partir de la incapacidad de organizarse políticamente, por lo cual recurren a la violencia como única forma de expresión y lucha política. Volviendo a Petras (a quien estoy parafraseando más no citando) esta obra parte desde la idea de una revolución desde arriba que termina siendo cooptada por el pueblo y yendo en contra quienes la activaron, si bien la situación revolucionaria parte desde antes de que comience la primer historia es esta en la que podemos hablar de una revolución llevándose a cabo, porque como dicen los autores marxistas las revoluciones les pertenecen a los pueblos y son los pueblos quienes deciden hacia dónde van estos procesos.
Tal vez todo intento de intelectualización previa se escapa a lo que realmente ofrece la película en sí. A diferencia de la primera, «La noche de expiación» (The Purge, 2013, James Demonaco) carece de la sorpresa y la construcción de personajes que tenía aquella, la cual por un lado se diferencia en sí de las películas que le siguieron ya que es una historia construida en un ambiente gótico: es decir en un lugar cerrado en el cual un grupo de personajes son acosados por una maldad exterior que quiere dañarlos al mismo tiempo que deben enfrentarse a las crisis familiares propias. Por otro lado, la segunda película, «La purga 2, la noche de las bestias» (The Purge 2, Anarchy, 2014, Jame DeMonaco) nos instala en lo que es el universo de esta saga y profundiza, con un trazo muy grueso, sobre las denuncias políticas que realiza. En esta película conocemos la manipulación por parte de las altas esferas políticas y económicas contra la clase baja y como esa “celebración anual” es más que nada una limpieza étnica y de clase.
En «La Purga por siempre» (The Forever Purge, 2021, Everardo Gout) nos encontramos con un mundo en el cual la vieja manipulación política realizada por las clases altas y el poder político estalla por los aires y es tomada por las clases bajas de Estados Unidos que, manipuladas por algún poder mediático sin rostro, que se expresa por las redes sociales y que expresa ideas de extrema derecha, toma la purga como lucha revolucionaria que busca cambiar la estructura de esa sociedad en contra de los poderes establecidos (el estado y el establishment) pero tomando las armas contra extranjeros e individualidades disidentes, en pocas palabras en medio de este caos los estadounidenses promedio deciden tomar las armas y hacer aquello que tanto les gusta, es decir matar gente con un color de piel más oscuro pero sin tener que cruzar las fronteras. De alguna manera nos presenta el comienzo de una guerra civil y una situación revolucionaria. La película da vuelta la trama inicial en la cual los pobres eran víctimas de los ricos que utilizaban la purga como herramienta para perpetuar su status quo para convertirlos en victimarios irracionales y carentes de empatía.
La Purga por siempre nos traslada a un ambiente rural y nos presenta a Juan y Adela, dos migrantes mexicanos que viven en Texas y que deben enfrentar su primera purga, la cual pasan sanos y salvos gracias a la protección que le vende un grupo de paramilitares, pero que se encuentran con el caos del día después ya que se encuentran con que el estado ha caído a causa de levantamientos anti sistema. Juan, Adela y un grupo de allegados deben escapar a un lugar seguro que no es otro que México ya que las fronteras de dicho país y de Canadá se han abierto como santuario para aquellos que necesitan refugio, pero solo durante seis horas, una vez transcurridas esas seis horas no pueden salir del país. El film se convierte así en una trama de persecución y asedio en la cual Juan y Adela demuestran conocimientos militares, cuya explicación es más que polémica, pero que les permiten enfrentarse a sus enemigos sin ningún tipo de inconvenientes.
La trama de la película se vuelve repetitiva e inverosímil, pero a pesar de eso algo entretenida. La dirección es correcta, a pesar de recurrir a todos los clichés del género, ya que hace muy buen uso de la acción con un trabajo de cámaras correcto que muestra de manera prolija cada una de las circunstancias que ocurren, es cierto también que las escenas ambientadas en la noche se ven desprolijas y confusas.
En definitiva, es una película que es más interesante por lo que uno puede interpretar que quiere decir más que por lo que dice en sí.