Tras cuatro películas (La noche de la expiación, 12 horas para sobrevivir, 12 horas para sobrevivir: El inicio y 12 horas para sobrevivir: El año de la elección) y una serie de televisión que tuvo dos temporadas, la prolífica saga creada hace ocho años por James DeMonaco no tenía otra opción que duplicar la apuesta. Y el resultado de La purga por siempre, sin ser brillante, confirma que el productor y aquí también guionista (el director es Everardo Gout) sale más que airoso del desafío.
Que tanto el realizador como los dos protagonistas (Tenoch Huerta y Ana de la Reguera) sean mexicanos no es casualidad, ya que este quinto largometraje de la franquicia propone una inversión de estereotipos: Juan y Adela, pareja de inmigrantes ilegales, no solo serán brillantes en sus respectivos trabajos (él como criador de caballos; ella como supervisora de un frigorífico) sino que, avanzado un poco el relato y lanzada la purga, se convertirán en héroe y heroína de esta épica de supervivencia.
La película también propone la empatía con personajes afroamericanos y descendientes de pueblos originarios, mientras que entre los texanos blancos abundan los exponentes de la extrema derecha. Conviene hacer un poco de historia y de contexto: en esta distópica y apocalíptica saga de la exitosa factoría Blumhouse los Estados Unidos están manejados por Los Nuevos Padres Fundadores de América, quienes promueven una vez por año el experimento social conocido como La Purga, en el que cualquier crimen es legal durante el período de 12 horas. Pero en el título de esta quinta entrega figura el “por siempre”, por lo que -vencido el plazo estipulado- nadie lo respetará y, así, los saqueos y matanzas continuarán de forma indefinida.
Con impronta de western moderno (las referencias van desde Asalto a la prisión 13, de John Carpenter; hasta la saga Mad Max, de George Miller) y espíritu de clase B, La purga por siempre sostiene siempre la tensión y propone una contundente (aunque no demasiado sutil) alegoría sobre la era Trump, las profundas diferencias de clase, la problemática de la inmigración y el discurso del odio con el racismo como uno de sus principales exponentes. Cine de acción y terror sádico, sí, pero también con una descarnada crítica política.