La quinta película de la saga, que promete ser la última, ambienta la narración en Texas entre rancheros supremacistas e inmigrantes mexicanos.
La gestión de Donald Trump explicitó el odio entre pares y con él, toda una serie de relatos de rancheros que deben luchar contra los carteles mexicanos. En esa gama de películas podemos nombrar a Rambo: Last Blood (2019) o El protector (The Marksman, 2021) con Liam Neeson.
Propio del universo representado por La Purga, los roles aquí se invierten, siendo los inmigrantes mexicanos los buenos de la película que deben huir junto a una familia texana, de los supremacistas blancos que quieren “limpiar” a los Estados Unidos.
Los mexicanos son Adela (Ana de la Reguera) y su esposo Juan (Tenoch Huerta) que trabaja como peón en un rancho para la adinerada familia Tucker. La novedad en La purga: por siempre (The forever purge, 2021) es que “la purga” continúa luego de las 12 horas establecidas por reglamento y la matanza y persecución de los Tucker y sus empleados sigue a la luz del sol, cuando una banda de asesinos enmascarados los ataca.
Juntos deben escapar a la frontera con México (sí, los mexicanos tratando de regresar a México) para estar a salvo. En ese viaje lucharán por la supervivencia armados al estilo Pancho Villa, mientras que la tensión también estará entre la pareja de mexicanos pobre y sus adinerados patrones.
La primera película trajo la novedad, una buena idea para hacer un paralelo social. Pero la máquina de hacer chorizos (purgas en este caso), hizo una segunda parte en las calles y una tercera con tintes políticos. Hasta ahí la cosa estaba más o menos bien pero la productora de terror más prolifera de los últimos años, Blumhouse, exprimió la naranja hasta la última gota. Siguió la serie producida para Amazon, y la precuela y cuarta película.
Esta quinta parte no tiene razón de ser. No hay nada nuevo más que contextualizar la misma idea en la frontera con México que a esta altura es peor que la franja de Gaza. Aparece la “extensión” de la purga a la luz del día, cuestión que parece tener que ver más con las reglas del western, que con las reglas incumplidas por las pandillas de exterminio.
El guiño es hacia el género fundacional y su intención -obvia y reiterativa en las películas anteriores- de hablar del odio arraigado en la conformación de los Estados Unidos nación. El resto es una de acción (mucho más que de terror) en medio de las montañas con sombreros de cowboys.