Una familia, muchos secretos
“La Quietud” es una película nacional de drama dirigida, escrita y producida por Pablo Trapero (7 Días en La Habana, Elefante Blanco). El reparto está compuesto por Martina Gusmán (Leonera, Carancho), Graciela Borges, la franco-argentina Bérénice Bejo (The Artist), Edgar Ramírez (Joy, La Chica del Tren), Joaquín Furriel (Las Grietas de Jara, El Jardín de Bronce), entre otros. La cinta participará en la 75 Mostra de la Biennale de Venecia siendo parte de la Selección Oficial por fuera de la competencia.
Desde su infancia, Mía (Martina Gusmán) vive en la serena estancia de campo llamada “La Quietud”. Debido a que su padre sufrió un accidente cerebro vascular, su hermana mayor, Eugenia (Bérénice Bejo), decide volver al país tras residir en París, ciudad que fue su hogar por 15 años, para acompañar a la familia en este difícil momento. El reencuentro entre las hermanas se dará bajo la atenta mirada de Esmeralda (Graciela Borges), madre de carácter fuerte que estará súper emocionada por la gran noticia que le trae su hija. Con la llegada de Vincent (Edgar Ramírez), pareja de Eugenia, y la presencia de Esteban (Joaquín Furriel), escribano y amigo de la familia, las mentiras y engaños no tardarán en salir a la luz.
Luego de “El Clan” (2015), donde fuimos testigos de la maldad que presentaba el patriarca Arquímedes Puccio (Guillermo Francella), a Trapero le interesó explorar el universo femenino con esta película. Y qué mejor que hacerlo retratando a una familia de clase alta, que por fuera de la casa parece que todo anda en calma, sin embargo dentro de esas paredes los secretos se acumulan. El foco del film está puesto en las diversas relaciones y las revelaciones que se van dando hacen que la narración se vuelva atractiva.
Puede compararse a la cinta con un culebrón, ya que las situaciones que se plantean abarcan el embarazo, la sexualidad, tristeza ante la pérdida de un ser querido, locura, infidelidades, celos, el deseo de ser reconocido, etc. Al tener tantos temas se necesitaba de un gran trabajo por parte de los actores para que todo resulte creíble y sin dudarlo aquí el reparto elegido funciona. Martina Gusmán se luce interpretando a Mía, una mujer contenida que desde siempre fue dejada de lado por su madre ya que ésta siempre prefirió a su hermana. Al no sentirse amada, el único refugio que tiene es su padre, al que ella considera su héroe, sin embargo no todo es lo que parece. Graciela Borges sólo con su presencia intimida y genera tensión, más aún en las incómodas y silenciosas cenas que se dan en la finca.
En este escenario, los hombres nunca llegan a ser el centro de atención, más bien están a merced de las mujeres. En cuanto a ellas no se puede dejar de mencionar el vínculo primordial del film: las dos hermanas. Desde una de las primeras escenas juntas, ya captamos que Mía y Eugenia tienen un trato particular y distinto al de cualquier otro. El parecido físico entre Gusmán y Bejo ayuda mucho a que nos creamos que verdaderamente comparten la misma sangre.
El trasfondo político, basado en la impunidad que hubo en la década del 70, hace que la cinta sea muy argentina. Además, le aporta una gran cuota de realismo ya que los sucesos de la película referidos a ese aspecto no son ficción, por más que estos personajes sí lo sean.
La estancia de campo, que en la realidad está ubicada en Luján, así como los caballos, las flores y el césped contrastan a la perfección con las escenas de la ciudad y las avenidas llenas de autos. La música también es uno de los elementos principales y, aunque en el primer tramo es usada para momentos de relleno que parecen más un videoclip, no se puede negar que la canción “Amor Completo” de Mon Laferte encaja por completo con lo que expone el filme.
Por más que “La Quietud” tenga un desenlace que deja un par de cabos sueltos sobre las figuras masculinas, su desarrollo resulta todo un deleite por mantener y acrecentar el interés. Si se tiene en cuenta la forma en que la película está filmada, solo por ello ya merece ser vista en cine.