La quinta ola, la nueva saga literaria juvenil en pantalla, plantea una historia de adolescentes perseguidos por alienígenas y cae en varios lugares comunes.
La fórmula de La quinta ola se parece a una receta de coctelería: un tercio de Crepúsculo, un tercio de Sinsajo y un tercio de Maze runner. Lo único más o menos original es la sacudida que mezcla todo y obtiene una historia de adolescentes perseguidos por alienígenas capaces de infectar a un humano y adquirir su apariencia física.
Estos invasores son nombrados con el ya gastado eufemismo de "los otros" y han empezado a ocupar el planeta Tierra en una sucesiva serie de olas que traen virus, epidemias e inundaciones. Algo así como las siete plagas del Antiguo Testamento reducidas a cinco, más por falta de imaginación que por economía narrativa.
En medio de ese caos, la familia Sullivan trata de vivir como puede, pero se supone que en el fin del mundo siempre son más los que mueren, y ellos no serán la excepción. En poco tiempo, Cassie (Chlöe Grace Moretz) –la adolescente protagonista– se queda huérfana y separada de su hermanito, quien fue reclutado por el ejército.
Desde ese momento, La quinta ola se mueve en dos planos. Por un lado, las peripecias de la protagonista para sobrevivir en un mundo peligrosísimo. Y por otro la instrucción militar que reciben los chicos y chicas reclutados, entre ellos el hermanito de Cassie y un adolescente, llamado Ben Parish, al que ella que admiraba en la escuela, cuando todo era normal.
Como no es la clase de película capaz de infringir el mandato de que guerra y amor van juntos, aquí también aparecen entrelazados. Y de una forma bastante retrógrada, por cierto, cuando la chica es rescatada por el bellísimo y musculoso Evan Walker (Alex Roe).
La que nunca es rescatada de los lugares comunes y de las escenas obvias es la propia película de J Blakeson, un director que parece no haber reflexionado sobre los aspectos más obvios del material que tenía entre manos.
¿Cómo aparece un muerto a los ojos de una adolescente? ¿Qué ve los cadáveres? ¿Qué siente ante la pérdida de su amiga o de su madre? Salvo el momento en que el padre le entrega un revólver a Cassie -mal resuelto, pero intentado-, todas las demás situaciones son mostradas con esa absoluta falta de tacto que consiste en limitarse a seguir el manual de instrucciones del cineasta correcto. Se entiende todo, no se siente nada.
La ideología –miliciana más que militarista– de La Quinta Ola es tan visible que termina volviéndose invisible, algo que uno puede obviar pulsando el botón mental correspondiente a "otra bajada de línea norteamericana", simbolizada aquí por el osito del hermano y el revólver del padre que Cassie lleva en su mochila para enfrentarse al mundo.