Ningún juego de niños
Hubo un tiempo en que el cine para adolescentes se ocupaba de conflictos amorosos, competencias de baile o líos de secundaria. Ahora los chicos andan en revoluciones armadas o, como en este caso, en plena lucha contra extraterrestres. Todos sabemos que nada es porque sí, y la inocencia en Hollywood se perdió hace años, si es que alguna vez la tuvo.
Cassie Sullivan (Chloe Moretz) tiene papá, mamá y un hermano menor. Su vida transcurre por los carriles normales de una adolescente que va a la secundaria y no tiene más preocupaciones que la de gustarle a algún chico. Pero, de pronto, un extraño objeto aparece en el cielo. No se sabe qué es ni de donde viene. Solo está ahí. Hasta que un día da la primera señal, envía un pulso electromagnético que deja sin electricidad al planeta y evita que los motores funcionen. Esa es la primera ola. Le seguirán tres más hasta llegar a la quinta, la que terminará con la vida en la tierra. Obviamente, Cassie es uno de los elementos fundamentales para evitar que la catástrofe suceda.
El inicio es interesante pero pronto ese interés se diluye ante lo previsible y obvio que es el relato. Entre chicos convertidos en milicianos y protagonistas con las hormonas en ebullición, la trama se vuelve ridícula y pierde toda sorpresa.
Lo peor es la instalación de chicos armados con fusiles antes la idea de que "otros" pueden invadirnos. Algo como volver a las fuentes, cuando en los cincuentas se hacían filmes como "La invación de los Usurpadores de Cuerpos" para hablar del peligro de la invasión comunista. Pero en esa época, al menos, dejaban el asunto en manos de adultos.