¿Cuantas son las alternativas que uno tiene como espectador si la película no ayuda a mantener los ojos abiertos? Una. Dormirse. O levantarse e irse, pero estas alternativas no fue lo que me sucedió cuando ví La Quise Tanto.
Zabou Breitman, actriz francesa de larga trayectoria (El Primer día del Resto de Nuestras Vidas) llega a nuestras pantallas, en calidad de directora con su anteúltima producción que consiste en la adaptación del libro Yo la Amaba. En el reparto nos encontramos con Daniel Auteuil como Pierre, Florence Loiret Caille en el papel de Chloé como la hija y Marie-Joseé Croze como Mathilde, la amante.
Con un buen arranque nos enfrentamos con Chloé desbaratada y sentimos a sus padres deliberar fuera de campo. Ruta. Llamadas. Oscuridad. Padre, hija y nietos llegan a una casa de campo para pasar unos días que ayudarán a despejar la mente y recuperar la tranquilidad. Una noche, Pierre, para quitarle el dolor a su hija, decide de a poco contarle sobre su secreto que ha mantenido callado durante muchos años.
Este es el momento donde la película empieza a declinar en largos flashbacks que repiten la misma escena en diferentes locaciones entre Honk Kong y habitaciones de hoteles. La película va y viene como los actores corren con sus maletas para verse en cualquier punto del mapa y es en este sentido donde pierde consistencia.
Pierre concluye su historia como una lección demostrando que todos en algún momento de nuestras vidas sufrimos por amor sea por abandono, engaños, distancia y de esta manera demostrarle a su nuera que entiende su sufrimiento. Ahora que se ha quitado el peso de sus hombros, previsiblemente, se adormece con su conciencia un poco más tranquila.